­-Merkel no goza de mucha simpatía en el sur de Europa. ¿Tiene ella culpa de lo que sufren España, Italia y Grecia? ¿Debería hacer alguna concesión?

-No, la culpa la tenemos nosotros. Acumulamos un 90% de deuda externa; en 2008 negamos la crisis y luego pensamos que se podía salir de ella a golpe de gasto público; nombramos a Rodrigo Rato presidente de Bankia pese a que carecía de experiencia en banca; pensamos que las cajas de ahorros eran cortijos para colocar a los amigos... Nosotros nunca pedimos a los políticos tener una CNMV independiente y creamos un sistema de comunidades autónomas con incentivos perversos. Alemania ha permitido que el BCE nos haya refinanciado cientos de miles de millones de euros. Podría haber gestionado esta crisis mejor, pero echarle las culpas de lo que nos pasa es más propio de Bart Simpson que de un adulto.

-La inflexibilidad de Merkel ¿no tiene mucho que ver con las elecciones en Alemania?

-El votante de Baviera se pregunta, con razón, por qué tiene que pagar el pato de unos españoles que se han dado una fiesta mientras él ahorraba y se sacrificaba. Además, piensa: "Si a estos les doy un euro más, ya verás en qué se lo gastan". Y, tristemente, algo de razón tiene. Pero sí, después de las elecciones, Merkel tendrá más margen de maniobra.

-Hay quien piensa que el resto de Europa ayudó en varias ocasiones a Alemania y que fue la principal beneficiada del euro.

-¡En Alemania piensan al revés! ¡Que ellos hubieran estado mejor sin euro! Y los tipos de interés bajos es un problema mundial, no de Alemania, el euro o el BCE.

-A usted tampoco le gusta la estructura institucional de España y denuncia que lo único que importa en los partidos políticos y las organizaciones es la lealtad a los jefes. Eso ocurre en todas partes, ¿no?

-En todos los sitios hay problemas, pero una cosa es que la presidenta de la SEC sea amiga de los demócratas y otra es colocar a Elvira Rodríguez, que carece de la capacidad profesional o independencia al frente de la CNMV para pagarle los servicios prestados y que esté calladita durante los próximos cuatro años. En Reino Unido acaban de nombrar a un canadiense gobernador del Banco de Inglaterra. ¿Se imagina que ocurriera algo así aquí? ¿Alguien le conoce algún mérito a Ana Botella para ser alcaldesa de Madrid excepto el sacramento del santo matrimonio con un expresidente del Gobierno? Y no es por enseñarme con el PP. Nombres como el de la socialista Bibiana Aído serán difíciles de emular en la historia del despropósito. En España nos hemos pasado de la raya muchos metros.