La estabilidad de la clase media española pasa por uno de sus momentos más críticos de los últimos treinta años. Mientras el Gobierno de Mariano Rajoy afronta como puede las severas "recomendaciones" de la Comisión Europea, la sociedad, cada vez más descontenta, ve mermada su capacidad adquisitiva y su calidad de vida.

El último boletín de julio de la Asociación de Grandes Empresas de Trabajo Temporal (Agett) ratifica esta situación y aporta un dato más: el indice de miseria español alcanzado en el primer trimestre de 2012.

Esta referencia, resultado de sumar la tasa de paro de un país con su inflación, fue ideada por el economista norteamericano Arthur Okun durante los años sesenta del siglo pasado y se ha mostrado especialmente práctica para conocer el alcance de la crisis financiera en un país y el "factor pobreza" de los habitantes de sus diversas comunidades autónomas.

Según los resultados de la asociación, el indicador de miseria español alcanzó el 26,4% durante los primeros tres meses de 2012, lo que supone un aumento de casi 16 puntos porcentuales desde la medición realizada en el mismo período de 2007 (10,9%).

Así las cosas, España se sitúa como el primero en la lista de los más empobrecidos de toda Europa en el transcurso de estos últimos cinco años, seguido de cerca por las naciones de Grecia (24,1%), Letonia (19,6%), Portugal (18,5%) y Eslovaquia (18,4%). En el otro extremo de la lista se encuentran potencias como Alemania, Holanda, Suecia o Austria, cuya referencia no llega ni al 10%.

Pocos estímulos

Con una inflación inferior al 2,8% de la media europea, el abismo que separa a España de la cabeza motora de la UE apunta a la baja ocupación laboral. Lo que indica, a su vez, un modelo productivo marcado por la escasa estimulación del crecimiento productivo y la seguridad laboral.

No faltan expertos que afirman que la capacidad adquisitiva nacional se ha deteriorado hasta igualarse con sus vecinos europeos más desfavorecidos, y que las medidas de sobriedad económica del Ejecutivo español yerran al afrontar la dinámica viciosa que conforman la menor riqueza y la igualmente reducida capacidad de generar empleo en las empresas del país.

Lorenzo Rivarés, portavoz de Agett aclara que el nombre de este medidor económico "puede resultar llamativo", pero que "lo preocupante es que, detrás de estas cifras, hay muchas familias españolas que sufren. Si hay más impuestos, la renta de cada familia disminuirá, y con ello habrá menos consumo y menos empleo, lo cual no deja al país en buena posición".

El paro, un factor decisivo

Tal descenso en el bienestar económico de los españoles es fácilmente detectable dada la menor seguridad laboral, las elevadas cifras de desempleo o la menor liquidez disponible para consumir, aunque las circunstancias varían si analizamos la situación española por provincias.

De hecho, el desequilibrio en la comodidad financiera de las diferentes autonomías llega a ser significativo, con una gran diferencia entre las comunidades autónomas del norte (que registran menos paro dado su modelo productivo e inferior densidad de población) y las del sur (que apostaron en masa por la construcción y los servicios).

Así, mientras que el indicador de miseria del País Vasco o Navarra fue casi diez puntos menor a la media del país (15,5% y 18,6%, respectivamente), comunidades como Andalucía o Extremadura registraron cotas de hasta el 33,8% y 33,7% cada una.