­Alemania, Noruega, China, Brasil, México, India… Los nombres de estos países alimentan los sueños de desempleados frustrados por las nulas oportunidades de empleo a corto, medio y, quién sabe, quizás a largo plazo. La opción de tratar de sacar adelante un vida exitosa en el exterior se está convirtiendo en la única alternativa para jóvenes y no tan jóvenes. En apenas cuatro años, España ha pasado de ser un territorio con saldo migratorio positivo a convertirse en exportador de población.

Al calor de la burbuja inmobiliaria y la etapa de expansión el país se convirtió en receptor de inmigrantes. La tasa de empleo llegó a situarse en apenas un 7 % y muchos extranjeros ocupaban los puestos de trabajo que los españoles ya no querían hacer. Hoy todo es distinto. La economía nacional se muestra incapaz de dar trabajo al conjunto de la población. La tasa de paro se ha situado en el 24 % y las previsiones para el año que viene hablan de un 26 %. Esto ha invertido el saldo migratorio, que a partir de enero de 2011 registraba una cifra negativa de 6.591 movimientos.

Hasta ahora han sido principalmente extranjeros los que han abandonado España, rumbo a su país de origen o a nuevos destinos laborales. Sin embargo, el fenómeno está empezando a extenderse también a ciudadanos nacionales.

En 2011 se contabilizaban 1,7 millones de españoles empadronados en el extranjero, según datos del INE recogidos en el boletín ´Migraciones y capital humano en tiempos de crisis´, elaborado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas. En 2010, el 37,1 por ciento de los emigrados eligieron como destino Reino Unido, Francia, Estados Unidos y Alemania. En el período 2002-2010 estos cuatro países concentraron el 40,3 por ciento de los emigrados españoles, aunque Latinoamérica sigue siendo el área geográfica con más presencia de ciudadanos españoles. No obstante los países que han experimentado una mayor evolución son China y Ecuador, seguidos de Argentina y México.

"Si no hubiera crisis se valoraría de forma positiva la movilidad laboral, sobre todo en los países de la Unión Europea", explica Lorenzo Serrano, profesor de Análisis Económico de la Universitat de València e investigador del IVIE. Serrano sostiene que las estadísticas oficiales no captan todavía el fenómeno migratorio (se analiza en función del padrón en el extranjero).

Alto arraigo familiar

Considera que al ciudadano español le cuesta mucho abandonar su país por su elevado nivel de arraigo familiar, social y de estilo de vida. "Pero ahora hay que valorar el coste de oportunidad de quedarse. En la situación actual hay que estar dispuesto a desplazarse para encontrar oportunidades de empleo", afirma. El profesor universitario cree que la migración puede ser una experiencia positiva. "Hay que verlo como una etapa de la vida y de la carrera profesional. Se adquieren nuevos conocimientos y formación, para volver con esa experiencia".

Sin embargo la emigración no es una alternativa al alcance de cualquiera. Serrano explica que los países de destino van a aprovecharse de la formación adquirida por los jóvenes en España. Pero para tener oportunidades de empleo en el exterior hay que tener esa formación.

¿Cómo pueden afectar el aumento de las tasas universitarias y las penalizaciones económicas a los suspensos? Lorenzo Serrano cree que es pronto para saberlo. Opina que pese a los incrementos, la educación superior sigue siendo una buena inversión que termina por amortizarse a la largo de la vida laboral. Con la crisis y las elevadas tasas de paro la demanda de matrículas se ha incrementado. "Si no haces nada, si no trabajas, se abandonan menos los estudios", afirma el investigador del IVIE.

No obstante, el aumento de las tasas universitarias va a obligar a los estudiantes a planificar de otra forma sus itinerarios formativos. "Los estudiantes tendrán que ser más realistas y matricularse de las asignaturas que pueden aprobar. Ahora hay gente que se matricula y no se presenta a los exámenes. La planificación tendrá que ser más conservadora", advierte.