Habían pasado escasos minutos después de la conversación escalofriante entre el joven Assio Rastani y los presentadores de BBC 24 News cuando Robert Peston, el editor de la información económica del canal británico, comenzó a inquietarse: "Algunos espectadores me están diciendo que el corredor de bolsa que acabamos de entrevistar es un fraude. Voy a intentar averiguar cómo lo hemos escogido y quién es en realidad". Desafortunadamente, Peston llegaba tarde, el martes había recomendado a sus cerca de 83.000 seguidores en la plataforma virtual de mensajes breves, Twitter, que escucharan la intervención de Assio "para comprender la crisis del euro y el funcionamiento de los mercados".

Y sus declaraciones se oyeron, altas y claras. La debacle europea y el arrastre a la depresión global de los mercados y la industria occidental es, para los centros de las finanzas como la City de Londres, un sueño. Una oportunidad única en décadas para ganar dinero. Una ocasión dorada, de las que suceden raramente cada medio siglo, para enriquecerse a costa del hundimiento económico del hemisferio desarrollado. Estamos hablando de miles de millones en cuestión de semanas.

Durante la madrugada siguiente, diversas fuentes de información procedentes de la propia industria financiera de Londres ayudaron a reconstruir el perfil del pobre, aunque escandaloso, Assio. Su miserable crédito impagado de unas 11.000 libras esterlinas, las cuentas de su empresa fantasma con apenas novecientas libras de capital, la hipoteca a nombre de su compañera sentimental, Anne Eader; lo que Assio contó eran sus aspiraciones, lo que hoy conocemos son sus fracasos.

En respuesta a un correo electrónico, Daniel, uno de los centenares de gestores de inversión que trabajan para Royal London, el mayor fondo mútuo y de pensiones británico con un volumen superior a los 50.000 millones de euros, respondía así: "El pavo ese no trabaja para nadie, ni representa a ninguna casa de inversión. La BBC la ha hecho buena; con centenares de miles de agentes de bolsa en Londres, han ido a escoger a un payaso".

Pero, ¿se trata solamente de un treintañero inexperto, arribista, un parlanchín desesperado por conseguir sus cinco minutos de infausta gloria televisiva?

Corredores, agentes y otros ´animales´

Assio intenta vestir fino como si fuera un corredor de bolsa, y emula el discurso lleno de testosterona capitalista que imagina que debe ser el lenguaje natural de los profesionales. Assio teclea órdenes minúsculas de compra y venta desde su computador personal sobre acciones de empresas cotizadas: cualquier día su novia habrá de empeñar la humilde residencia de dos alturas donde viven, en el sur de Londres, para hacer frente a los errores del principiante de inversor. Las palabras del agitado Assio, sin embargo, no están completamente fuera del universo al que dice pertenecer.

El patrón de Inglaterra es San Jorge, pero el emblema de la City es el dragón. La figura de la bestia, medio erguida en un pedestal, es inconfundible e inevitable cuando se atraviesan las calles del barrio financiero de Londres. Allí, unos cuantos agentes de bolsa y asesores financieros con licencia reconocida por las autoridades reguladoras británicas -de la que Assio carece- comparten con este diario sus impresiones.

Michael Hall: "Assio ha descrito, y con bastante certeza, una filosofía de inversión en los mercados que sí que circula por la City. Como operarios de bolsa, nuestra mente se orienta a anticipar la dirección que tomará el mercado para situarnos en el lado correcto de la transacción, o sea, el que revierte más dinero. No juzgamos la moralidad de lo que ocurra".

Dave Paskin: "Claro que la crisis es una oportunidad, pero de lo que hablamos es del efecto ´montonel´, de cómo algunos corredores de bolsa e inversores se apelotonan cuando intuyen que pueden sacar provecho y acaban empujándose unos a otros hacia el precipicio".

Victoria Wagner: "No, no estoy de acuerdo. Somos miles los que tenemos este oficio y lo que hacemos es crear liquidez para engrasar la economía y que funcione".

Scott Hefle: "Mirad, las burbujas se inflan por errores humanos. Como ahora ocurre con la cotización del oro. Es un activo volátil por naturaleza, porque tiene un valor intrínseco pero no produce nada, así que es difícil orientarse para valorarlo".

Tom Ashead: "Pero a veces las burbujas surgen a consecuencia de otros factores. Si los bancos no pueden conceder préstamos a corto plazo a los agentes de bolsa, éstos no pueden reaccionar con rapidez y el precio de ciertos valores en el parqué simplemente colapsa".

La pregunta continúa en el aire, sin contestación: nadie parece saber por qué algunos corredores de bolsa son capaces de quemar miles de millones en esquemas grandiosos, y lunáticos, de inversión. Precisamente en Londres, Kweku Adoboli ha sido enviado a prisión por haber lanzado inútilmente un programa de capital en bolsa aparentemente sin autorización de su banco, el suizo UBS: 2.300 millones de dólares al fuego.

La ciencia de hacer dinero

Mientras tanto, en Suiza, el experto forense Pascal Scherrer y Thomas Noll, administrador del centro de reclusión Poschwies (al norte de Zurich), acaban de publicar con la ayuda de la Universidad de Saint Gallen una investigación cuanto menos curiosa: escogieron a 28 corredores de bolsa profesionales y compararon sus reacciones a ciertas pruebas con el comportamiento de 24 personas diagnosticadas como psicópatas. ¿Quieren descubrir los resultados?, sigan leyendo.

De acuerdo con los datos de Scherrer y Noll, los agentes bursátiles demostraron mayor interés en destruir la ventaja competitiva del equipo contrario a costa de sus propios beneficios, y mayor tendencia a tomar riesgos a cuenta ajena que el grupo de psicópatas.

"Nuestras conclusiones indican", dice el informe –que ha aparecido inicialmente en las páginas de la revista alemana Der Spiegel– "que los corredores de bolsa prefieren, en grado superior a los individuos aquejados de psicopatía, estrategias de trabajo que no optimizan sus beneficios sino que causan daño a terceros".

Entre las abundantes coincidencias de carácter de ambos núcleos de participantes, Scherrer y Noll enumeran las siguientes: personalidad superficial, irresponsabilidad, falta de sinceridad, comportamiento antisocial, ataques impulsivos, incapacidad para aprender de la experiencia, imposibilidad de emociones duraderas, inhabilidad de contemplarse a uno mismo a través de los ojos de otras personas, y carencia de sentimientos.

En 2009, el profesor norteamericano Luigi Zingales ya descubrió que, además, los hombres son más adictos al riesgo que sus colegas femeninas. En sus pruebas, los corredores de bolsa se dejaron llevar por rebotes irracionales en un 45% más a menudo que las agentes de bolsa, llegando a perder hasta más de dos puntos y medio porcentuales del valor de sus portafolios de inversión. Con todo, ellas también cayeron, en un punto y setenta y dos décimas.