Al margen de la necesidad de tratar de encontrar un hueco en los nuevos mercados internacionales, España tiene además dos retos pendientes. La fuerte concentración de capital en las economías de Asia y Oceanía apenas tiene retorno en forma de inversión extranjera en suelo español. En 2010, las inversiones procedentes de esta área geográfica apenas representaron el 1,4 % del total, frente al 91,4 % de la UE27 y el 2,1 % de Estados Unidos, según Datainvex. Del mismo modo, las empresas españolas tampoco concentran en China o Japón sus inversiones, aunque Latinoamérica sí ha entrado en la agenda de las corporaciones nacionales y ya representa el 13,11 % de la inversión en el exterior. Pablo Bustelo, del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos, señalaba recientemente en un curso ofrecido en Asturias la necesidad de un aumento de las inversiones asiáticas en España y a la inversa. "El Asia emergente se ha convertido en un motor del crecimiento económico global, en un importante mercado y en una fuente destacada de recursos financieros", dijo Bustelo. El también profesor de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid apunta también al turismo chino como fuente de riqueza. El gigante asiático emitió 57 millones de turistas en 2010, pero sólo 100.000 de ellos visitaron España. "El turismo asiático, especialmente el chino, debe potenciarse", afirma. En 2020, China emitirá 100 millones de turistas.