El día en el que Obama proclamaba el "principio del fin de la recesión", los españoles proclamaban justo lo contrario: que la crisis sigue, que llegó para quedarse y que se endurecerá en los meses venideros. Hasta tal punto lo creen que uno de cada seis personas (el 17%) que han logrado salvar su empleo de la primera oleada de despidos aseguran que pronto se sumarán a la larguísima cola del paro.

Esa es la percepción que se refleja en las impresiones recogidas entre la ciudadanía durante un estudio de campo de la Fundación BBVA, que deja claro que el hecho de que las condiciones de contratación españolas protejan sobre todo a los empleados más veteranos está calando entre los jóvenes: son ellos los que más temen quedarse sin trabajo, sabedores de que después de que los despidos se cebasen con los trabajadores temporales, los más vulnerables son los menos veteranos y, por tanto, más baratos de indemnizar. También se sienten mucho más amenazados los trabajadores con menor nivel de cualificación, así como los de clase social baja y media baja.

El informe, que se nutre de más de 6.000 entrevistas personales, deja claro algo que ya apuntaba el último barómetro del CIS: que el paro es el problema más grave que tiene España. Así lo ven el 74% de los encuestados, que aseguran que la amenaza del desempleo es "muy grave". La población también identifica como problemáticos los precios de las viviendas y las dificultades para conseguir créditos de los bancos. Y todo ello pese a que las noticias en ambas áreas llevan tiempo siendo buenas. Por una parte, el precio de la vivienda sigue en caída libre. Por otro, los créditos bancarios comienzan a recuperarse, como ayer mismo certifica el Banco Central Europeo, que augura además que la fluidez volverá al sistema crediticio antes del mes de septiembre.

Aunque los cacareados brotes verdes parecen no estar llegando al ciudadano de a pie, que sigue avizorando un horizonte negro. De hecho, según el trabajo de BBVA, el 94% de los españoles se abonan a la tesis de que la crisis es "grave". Y lo peor: casi la mitad de la población (el 38%) no ven clara la recuperación hasta dentro de dos años, mientras una cuarta parte (el 24%) opinan que habrá que esperar aún más –hasta cinco años. El pesimismo al respecto es tal que la mayoría de los españoles no se creen demasiado aquello de que la crisis ha impactado en España de igual modo que en el resto del mundo: los ciudadanos afirman que aquí es más grave que en el resto de Europa.

Ciudadanos ahorradores

Se entiende así la actitud de los ciudadanos ante la crisis: ahorro y recortes de gastos, una política que suscriben la mayoría y que encaja a la perfección con los datos del Banco de España que apuntan a la caída del consumo interno como principal factor de la crisis. El ahorro se plasma, según BBVA, en la apuesta mayoritaria por comprar productos de marcas blancas, recortar adquisiciones superfluas y reducir los gastos de ocio. Y ahí se hunde el consumo: frente a una inmensa mayoría de hormigas ahorradoras, apenas un 19% de cigarras que aseguran que no han tomado medidas contra la crisis.

En lo que coinciden cigarras y hormigas es en la necesidad de tomar medidas para reactivar la contratación temporal. Y no extraña que así sea. Ayer salía otro indicador, este oficial, que pone el acento en las dificultades que encuentran los parados para reengancharse al tren del del empleo: según el Observatorio Laboral de la Crisis del Gobierno español, pese a las miles de contrataciones propiciadas con fondos públicos, de cada cien españoles que perdieron su empleo entre abril y junio, apenas 26 lograron otro. Ese es el drama que explica que los españoles proclamen, contra el criterio de Obama, que aún queda crisis para rato.