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MotoGP / Mundial

La obsesión de Lorenzo

El mallorquín, fuera de los puntos en las dos primeras citas del Mundial, ha priorizado mejorar su fuerza física con exigentes sesiones de entrenamiento para dominar la Ducati, más pesada que la Yamaha

Jorge Lorenzo, en la presentación de la Ducati 2018. MotoGP

"No es que esté preocupado, estoy obsesionado", confesaba Jorge Lorenzo (Palma, 1987) a Emilio Pérez de Rozas en una entrevista en Diario de Mallorca, pocas horas antes del inicio del Mundial que comenzó en el circuito de Losail, en Catar. Obesionado por dominar la Ducati, que se le está atragantando más de lo esperado cuando decidió abandonar Yamaha hace dos temporadas, escudería con la que conquistó tres títulos mundiales. Su fina conducción no se adapta a la máquina italiana, mucho más pesada y agresiva, y que desgasta mucho más a los pilotos.

Por eso, junto a su inesperable preparador físico Iván López, Lorenzo se ha esmerado durante la pretemporada en ponerse a punto físicamente para lograr hacerse suya la Ducati, principalmente en las curvas, en donde el mallorquín debe poner toda la carne en el asador.

En los meses previos al inicio del Mundial se ha visto a Lorenzo y a López montando en bicicleta en la estación de esquí Ordino Arcalís, en Andorra, donde reside una buena parte del año. Un puerto exigente, protagonista muchos años del Tour, y que lo sube, a más de 2.200 metros y con 1.200 de desnivel, con el objetivo de mejorar su fuerza física, potenciar el tren superior y trabajar la resistencia. "Esta moto, al frenar y acelerar, le exige mucho, tira de la parte alta del pecho, del tríceps, así que hay que reforzar esa zona", confesaba la semana pasada Iván López a El País.

Lorenzo está sufriendo como nunca encima de una moto. No solo por lo que le cuesta dominar la Ducati, sino porque lamentablemente se está acostumbrando a no pelear por las victorias. La pasada temporada ha sido la primera desde que corre en MotoGP, en 2008, en la que no ha conseguido un solo triunfo, algo difícil de aceptar en todo un pentacampeón del mundo y un ganador nato como él.

Si las cosas no cambian de forma radical, su segunda temporada en Ducati apunta a ser una repetición de la primera. Por lo menos por lo que se ha visto en las dos primeras carreras. En su debut en Catar acabó con cero puntos al verse obligado a tirarse de la moto tras fallarle los frenos, en un error reconocido por la escudería. El pasado domingo, en Termas de Río Hondo, en Argentina, no pasó de un más que discreto decimoquinto lugar sin que se sepan los motivos.

Además de una exigente preparación física, Lorenzo cumple una dieta estricta a base de pollo a la plancha, verduras y arroz blanco. Tras darle al pedal por la mañana, por la tarde, sesión de gimnasio, con máquinas de remo y pesas para fortalecer los músculos de sus brazos. Todo lo que sea necesario con un único objetivo: volver a luchar por las victorias con una moto que ya ha demostrado, en las manos de su compañero Andrea Dovizioso, que corre tanto como la Honda de Marc Márquez o la Yamaha de Valentino Rossi.

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