Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Voleibol

El Urbia arrima el hombro

Jugadores, cuerpo técnico y directiva del conjunto palmesano realizan todo tipo de tareas en el club

Colocar la red, montar las vallas y pancartas de publicidad, controlar la taquilla y accesos de Son Moix o encargarse de la transmisión y el marcador online de los partidos son solo algunas de las tareas en las cuales se implica cada estamento del Urbia Voley Palma en el Palau Municipal d'Esports. El conjunto palmesano, que este fin de semana afronta ante el Unicaja Almería los dos primeros partidos de la eliminatoria por el título, trabaja en la pista y también fuera de ella para adecuar el pabellón a cada encuentro.

A pesar del doblete conquistado en la pasada temporada, el club tuvo muchos problemas para arrancar la Liga. La etapa post Damià Seguí ha privado al club de lujos y ello ha unido a jugadores, cuerpo técnico y directiva en un compromiso común que también ayuda a ganar partidos. "Deportivamente el equipo entendió que tocaba trabajar y han asumido un rol de sacrificio. Este es el espíritu de esta etapa del proyecto y nos llena de orgullo", explica el entrenador Marcos Dreyer.

Jugadores, cuerpo técnico y directivos se reúnen en el pabellón dos horas antes de cada encuentro. El día anterior por la tarde ya han ubicado en la pista y la grada las vallas y pancartas publicitarias. Queda montar la mesa de los árbitros, banquillos y, lo más importante para poder jugar, instalar la red que divide el terreno de juego.

Carlos Bibiloni, segundo entrenador, sube la manivela y comprueba hasta tres veces con la vara medidora que está a la altura reglamentaria.

Carla García, encargada de las tareas de comunicación y redes sociales, prueba la megafonía porque hace de speaker en los partidos. "Este año se le pide a la gente el triple de esfuerzo, pero los buenos resultados hace todo más llevadero", esgrime García. A su lado está Marian Parrondo, miembro de la junta directiva, quien comparte también las tareas de su compañera y realiza fotografías durante los encuentros. "Este año somos menos, no tenemos un mecenas detrás ni hay tanto dinero; pero somos un club humilde y más cohesionado", argumenta Parrondo. Mientras, en el vestuario, ya están encerrados la plantilla y cuerpo técnico, concentrándose para el encuentro.

Falta una hora para el inicio y se abren las puertas al público y abonados. Carlos García, tesorero del club, es el responsable de la venta de entradas en las taquillas de Son Moix. Van llegando también las jóvenes voluntarias recogepelotas, jugadoras de las categorías base del club.

A poco que empiece el calentamiento de los dos equipos, Bibiloni se encarama a una escalera para ubicar, en uno de los fondos, una videocámara. La Federación Española obliga a los clubes que ejercen como local a grabar los partidos.

En ese mismo fondo hay una mesa donde los medios acreditados pueden seguir el partido a pie de pista. Allí también se encuentra Blas López junto a su ordenador portátil. Su tarea es la de pasar el marcador online y el resto de estadísticas del encuentro a la web de la RFEVB.

Jorge Fernández, superviviente de la pasada campaña, reconoce que son "como una pequeña familia" y todos deben "hacer de todo". "A pesar de que el año pasado sí había gente contratada para montar y desmontar, el vestuario ha entendido que también debe de aportar y sacrificarse", apunta el central y capitán gallego.

Una vez terminado el encuentro, con las luces del pabellón a medio apagar, se inicia este mismo proceso a la inversa. Jugadores del Urbia ayudando a desmontar la red mientras que otros compañeros -junto a Dreyer, Carlos Bibiloni o el propio Carlos García- bajan la gran pancarta del patrocinador principal que hay en la red de uno de los fondos. Carla y Marian siguen también quitando vallas publicitarias que delimitan la pista. Todos a una antes, durante y después de cada jornada.

Esta es la cara B de un Urbia sin privilegios que arrima el hombro incluso cuando los focos no le apuntan. Dreyer reconoce, tras haber descargado la tensión del partido, que "la diferencia con el año pasado es que con Damià Seguí sentía más obligación que deuda y ahora tengo la sensación que todo cuesta más trabajo".

El técnico brasileño no esconde que "la insularidad" afecta mucho y que "espera que se arregle el conflicto con las subvenciones institucionales".

Sobre si los resultados son la principal garantía para la viabilidad del proyecto, el entrenador del bicampeón siente que "el título más importante del club es haber recuperado el voleibol de nivel en Palma".

Compartir el artículo

stats