El Atlético Baleares está en medio de un incendio y no tiene ni idea de cómo escapar de las llamas. Las buenas palabras que se escuchan durante la semana quedan en evidencia cuando el balón empieza a rodar. Por eso el equipo está cayendo de forma irremediable hacia la Tercera División al mostrarse incapaz de salir de esta terrible dinámica, que le mantiene en el fondo de la clasificación. Ni cuando más fácil se le pone, con un tanto a favor, con el apoyo de la afición, y en superioridad numérica, es capaz de dar la talla. Y eso que enfrente estaba un Sabadell en zona de nadie y al que este empate no le cambia su existencia. Es imperdonable que los blanquiazules no se llevaran los tres puntos cuando les iba la vida en ello y ahora, la salvación, está todavía más complicada. Porque solo quedan once partidos para el final, o lo que es lo mismo, treinta y tres puntos en juego, y la desventaja respecto a la permanencia es de seis, que marca el Formentera. Hay margen de tiempo para evitar el desastre, pero el equipo sigue sin dar señales de que realmente puede revertir la situación. Y eso es lo peor.

Dijo el técnico Manix Mandiola tras el choque que pagaron su falta de puntería. Y tiene razón, pero tampoco se le debe olvidar que los catalanes, con dos menos, tuvieron el triunfo en las botas de un Capó, absolutamente solo ante Aulestia, que todavía se estará preguntando cómo esa acción no acabó con el balón dentro de la portería. El vasco, que por supuesto no es el culpable de esta situación, debe dar con la tecla de forma inmediata si no quiere ser el preparador del descenso. Y eso que el duelo empezó de la mejor manera posible. El tanto de Fullana de penalti, más que riguroso, a los quince minutos, abría las esperanzas. Hugo Díaz pudo haber marcado el segundo poco después, pero su remate se fue demasiado alto. Los locales vivieron sus mejores minutos y se las prometían muy felices cuando el colegiado expulsó a Víctor a un minuto del descanso. Pero nada más lejos de la realidad.

Un golazo de falta de Migue dejaba en silencio Son Malferit, pero quedaban treinta y seis minutos por delante, un mundo para volver a desnivelar la balanza. Pero los de Toni Seligrat, como defendía el mítico entrenador Helenio Herrera, jugaron mejor en inferioridad. Los blanquiazules no encontraron la tranquilidad suficiente a pesar de haber disfrutado de algunas oportunidad, como otra de Hugo Díaz.

La posibilidad del triunfo se le puso en bandeja con la roja a Pol, pero en ese cuarto de hora final, la precipitación se impuso y los de Mandiola, que fue silbado cuando sentó a Hugo Díaz para dar entrada a Alles, pagaron su desesperación. Un cabezazo de Manu Farrando, que obligó a hacer una soberbia parada al meta Roberto, y otro de Malik, en el descuento, que se fue alto, fueron las últimas señales de vida ante un Sabadell, que poco antes, dio el gran susto con la ocasión de Capó, que falló lo más fácil. Con el pitido final, algunos balearicos abuchearon al director deportivo Patrick Messow. Es uno de los culpables de esta vergüenza, pero no es el único. Pero mejor dejar los reproches para cuando ya no haya nada que hacer. Si esto sigue así, será pronto.