Cobardía, timidez, amilanamiento... Ni el carácter del técnico vasco Manix Mandiola ha sido capaz de permutar la actitud de un equipo en caída libre. No cabe ya andarse con rodeos. El conjunto blanquiazul es carne de descenso. Ganar en Olot era imposición, asignatura obligatoria para el Atlético Baleares que, lejos de sacar los tres puntos, regresa a la isla con una nueva derrota, la undécima de la temporada.

Un gol de Barnils en el minuto 17 hundió a los de Mandiola por enésima vez. El conjunto visitante pagó nuevamente sus errores en defensa. El futbolista del Olot remató a placer, de cabeza, y dentro del área un centro de Carles Mas imparable para Aulestia. Un tanto que, pese a producirse durante los primeros instantes del partido, fue una losa demasiado pesada para el equipo que preside Ingo Volckmann, incapaz ya de revertir la situación.

El Baleares baja un puesto en la clasificación, es décimo noveno, a seis puntos de la salvación directa que marca a día de hoy el Llagostera. El conjunto de Son Malferit necesita ganar al menos siete de los doce encuentros que quedan por delante para salvar la categoría, un registro inverosímil atendiendo a lo que se ve sobre el terreno de juego, que es poco o nada.

Al menos eso es lo que mostró ayer en el Municipal del Olot. Mero espectador durante la primera parte y con fugaces arrancadas en la segunda que de poco sirvieron para revertir el resultado. Decía Mandiola que el problema de este equipo reside en la línea ofensiva. Eso es porque el preparador vasco no ha girado todavía la cabeza. La defensa blanquiazul es un despropósito, una continua falta de respeto hacia la firmeza y la solidez de un equipo.

Cierto es que el Olot hizo poco durante los primeros 45 minutos para apuntarse la victoria, pero no cometió error alguno en la zaga. Barnils aprovechó un pase de Carles Mas a un saque de esquina lanzado por Héctor Simón, para adelantar a los suyos en el luminoso, resultado con el que se llegó al final del encuentro.

Tan mal pintaban las cosas que Mandiola buscó soluciones a la media hora de juego. Sentó a un insulso Gustavo Allés y puso sobre la moqueta a Julio Delgado que, lejos de estar acertado, al menos impuso algo de carisma.

Se abrió el partido durante la segunda parte. El Baleares incluso obligó al portero de Artà, Xavi Ginard, a ganarse su sueldo bajo los tres palos de la portería catalana, pero los minutos fueron transcurriendo y el resultado no se movió.

Así acabó el encuentro, con una nueva derrota de los blanquiazules que se complican mucho las cosas. Bajan un puesto en la tabla y vuelven a mostrar una actitud errática con la que difícilmente serán capaces de revertir su actual situación. El próximo domingo reciben en Son Malferit al Sabadell, última bala en la recámara con la que juegan los balearicos.