Los estados anímicos en el fútbol son tan cambiantes que pueden oscilar de una racha a otra, de un partido a otro y hasta de un rato durante un partido a un rato durante otro. Y de esta manera van a llegar al derbi el Real Mallorca y el Atlético Baleares, además en plena semana de patrón en la ciudad, San Sebastián. No sé qué pensará el mártir pero lo cierto es que después de un dominio insultante de los mallorquinistas durante casi toda la primera vuelta y de una caída en picado de los blanquiazules, llega el derbi en plana semana festiva y con los papeles anímicos cambiados. Me explico, porque ni tanto ni tan calvo. El Real Mallorca llega líder. Pero es un líder enrarecido por sus resultados, que además, son una consecuencia de su juego. El equipo mallorquinista acumula de forma consecutiva cinco empates y una derrota, es decir, seis partidos seguidos sin ganar; y sin embargo, tal era su ventaja que sigue líder y con una sola derrota, la cosechada en Santa Eulàlia ante la Peña Deportiva (2-1) en el último partido. Primera derrota desde mayo del año pasado (4 últimos partidos en Segunda), toda la pretemporada, y la presente temporada entre Liga y Copa. Pero el Mallorca ni juega bien ni resuelve ya los partidos jugando regular o mal. Por su parte, el Atlético Baleares ha ganado su primer partido de esta temporada como local, en la jornada 21, ¡ya era hora! Y lo hace cuando estaba al filo de los puestos de descenso y en la semana del derbi. ¿Cómo llegan anímicamante? Al revés de cómo estaban. El Baleares respirando tras muchas semanas de amargura y con su deseo histórico y el Mallorca con dudas porque ha perdido confianza y teme no ganar. Pero coinciden en algo ambos conjuntos, y es que en los derbis, como el del próximo domingo en Son Moix, tanto vale ganarle al otro como temer una derrota. ¿Es comparable el deseo de ganar al temor de caer derrotado?
