Y no es broma. Ahora solo falta que el propio Guillem Boscana tire la toalla. Dirán quienes conocen cómo está el baloncesto en Mallorca que si el presidente del Bahía San Agustín se marcha, se acaba el baloncesto profesional en la isla.
Seguramente tienen razón, pero Boscana es tan responsable de la configuración de la plantilla como Xavi Sastre. Y sí, todos sabemos que hacen mucho con el poco dinero que manejan, pero también es cierto que los proyectos que han configurado en los últimos años no han cuajado. Y no sólo es por la cuestión económica. Por ejemplo, habría que recordar el porcentaje de jugadores mallorquines que ha habido en la plantilla en las últimas temporadas, ´algo´ que suele enganchar a la afición.
Precisamente, esta es una de las cuestiones principales del argumento, totalmente personal, para considerar la marcha de Boscana. En el club no haya un proyecto que ilusione, salvo el mínimo exigido, y que se cumple, en verano y a principio de temporada con los fichajes.
El problema es que Boscana, fantástico gestor para controlar las cuentas del club, no ha querido salirse de una ´hoja de ruta´ que, de austera e hiperrealista, se ha encallado ante la falta de ayudas, tanto de las instituciones -Govern, Consell y Ajuntament- como de los empresarios de la isla.
Nadie ha querido apostar por el baloncesto, pero tampoco el Bahía San Agustín ha tirado de ingenio para luchar contra ese inmovilismo. Algo que sí ha hecho, por ejemplo, el Palma Futsal, o que intenta el Urbia Palma. Quizás sea hora de dar un golpe en la mesa. Y no solo en lo estrictamente deportivo.
