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Guardameta por un día

"Me marcaron dos goles preciosos"

Calleja, de 47 años y retirado desde los 30, se colocó de nuevo bajo los palos en el Ferriolense, que se impuso 3-2 al Petra

Calleja, con camiseta naranja, posa con sus compañeros en el vestuario tras el partido. Facebook/Alex Calero

De tarde en tarde, el deporte te depara noticias sorprendentes. Y la de Miguel Ángel Calleja lo es. Y de las buenas. A los 47 años, diecisiete después de que dejara la práctica del fútbol, se ha vuelto a sentir jugador por una carambola que rara vez se produce. Calleja, que se retiró del fútbol en 2000 "porque tenía una hija de dos años, y entre el trabajo y los entrenamientos prácticamente no la veía", no se lo pensó cuando le ofrecieron la posibilidad de jugar el pasado fin de semana contra el Petra.

Pero, ¿cómo se ha llegado a esta situación? "Este año hemos tenido un problema con Joan Sánchez, el portero titular, que se ha ido. El segundo en este momento es Álex Ramos, pero tuvo que viajar un par de semanas por motivos de trabajo", señala a este diario Calleja, preparador de porteros del Ferriolense desde hace doce años. "Teníamos pensado fichar a otro portero, pero por una serie de circunstancias el tema se ha retrasado. Esperemos que llegue la semana que viene. Y los juveniles jugaban el mismo día que nosotros. Se produjo una situación de agobio", reconoce.

Y fue cuando Álex Calero, el entrenador, le explicó el tema y le pidió si podía jugar este partido contra el Petra. "En un primer momento lo vi complicado porque hacía bastante tiempo que no jugaba, desde 2000. Dije que si entrenaba con el equipo y me encontraba bien, adelante. Dentro de mis limitaciones decidimos que sí jugaría".

Calleja estaba más preocupado por sus compañeros que por su actuación personal. "Suerte que ganamos, porque significaba colocarnos sextos. Me preocupaba un poco cómo podía afectar a los jugadores. Estaba más preocupado de hacerlo mal por ellos que por mí". El veterano guardameta rememora sus sentimientos cuando entró al terreno de juego vestido de corto: "Los primeros minutos fueron de nervios pero luego fue mejor, estoy contento porque reviví momentos que había olvidado, con esos subidones de adrenalina". Es cuando agradece "el apoyo del club, del presidente, entrenador, cuerpo técnico, jugadores y afición. "Es lo que más valoro. Lo que más me ha gustado es que llevo doce años en el club y nunca había jugado", subraya.

Pese a retirarse tan joven, en la mejor edad para los porteros, la trayectoria de Calleja es larga. Ha jugado en el Atlético Baleares, con el Oviedo en Primera con Javier Irureta como entrenador, dos años en el Playas de Calvià, otro en el Baleares, dos más en el Sóller que subió a Segunda B con Pedraza y, por último, en el España de Llucmajor, de Preferente, donde se retiró con 30 años "porque apenas veía a mi hija de dos años", razona.

Calleja, que mantiene la ficha de futbolista -"me han dicho que si sucediese algo la harían efectiva"-, rememora los momentos vividos en el vestuario tras la victoria. "Fue una fiesta", explica, pero con modestia añade que "los protagonistas fueron ellos. Lo que han hecho por mí nunca lo olvidaré. En ningún momento me han hecho ver que no había intranquilidad. Es un apoyo grande".

Desconoce si ha establecido un récord digno de figurar en el Ginness: "Cuando acabó el partido lo comentamos, e igual sí que lo es", cuenta. En cuanto a los dos goles encajados admite que "fueron preciosos. Uno de volea al palo corto y el segundo fue de falta por encima de la barrera. No llegué por poco. No destaqué pero hice lo que tenía que hacer", concluye este responsable financiero en la Fundación de la CAIB.

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