Una nueva derrota del Atlético Baleares (2-1) en La Almozara ante el Ebro puso el punto y final a una primera vuelta para el olvido del conjunto blanquiazul. El parón navideño es la única lectura positiva de lo vivido ayer en tierras mañas. Los números hunden al equipo de Horacio Melgarejo en la tabla que, a pesar de la derrota, se mantiene en el puesto de promoción de descenso a Tercera. Nueve encuentros suman los blanquiazules sin conocer la victoria, un bagaje de cuatro de los últimos veintisiete puntos.

La directiva vendió durante la pretemporada el proyecto de un equipo diseñado para disputar los play-off de ascenso a Segunda División. A día de hoy, lo más cerca que tiene el equipo de disputar una eliminatoria es para salvaguardar su puesto en la división de bronce del fútbol español. Ni Armando de la Morena durante las dieciséis primeras jornadas, ni Horacio Melgarejo, en las tres últimas, han sido capaces de disimular las carencias que arrastra el equipo desde su confección.

Parcheado por jugadores que no han dado la talla, desgastado por bajas importantes y salpicado por numerosas polémicas como la suplencia de Aulestia o el rifi-rafe con Xisco Hernández, el Atlético Baleares se ha ido hundiendo con el paso de las jornadas en la parte baja de la tabla, unos puestos que difícilmente abandonará si no se ejecuta un buen plan de acción desde el área deportiva de cara al mercado invernal.

El conjunto blanquiazul salió al césped de La Almozara con el mismo guion de los últimos partidos y con Aulestia presenciando el encuentro desde el banquillo. Siete minutos llevaba el conjunto blanquiazul manejando el esférico sobre el césped cuando Adrián Cuevas recibió un balón dentro del área y no perdonó ante Carl Klaus. El fallo garrafal en defensa propició el primer tanto maño. El discurso de los de Melgarejo no varió un ápice en la primera parte y en el 40, nuevamente Cuevas, ponía el 2 a 0, tras lanzar una pena máxima, que el propio Melgarejo ratificó como "justa", desde los once metros. El Baleares llegó al intermedio superado por la situación. Castigado, quizás en exceso, por el marcador y falto de ideas en el centro del campo. El argumento no cambió tras la reanudación, pese a los cambios introducidos en el descanso.

Una individualidad de Fullana, en el 60, aportó algo de optimismo a los mallorquines cuando peor estaban jugando. Pese al gol, el Baleares no despertó y fueron mejores y más claras las oportunidades del Ebro. Con el 2 a 1, el árbitro pitó el final del encuentro y puso fin a una primera vuelta para el olvido. El parón navideño debe ser el punto de inflexión para acabar con esta tragicomedia.