El último partido del año y de la primera vuelta del campeonato ha dejado una crisis de juego y resultados en el Real Mallorca y una crisis total en el Atlético Baleares. El último partido del año 2017 ha ofrecido un empate en casa ante el colista en el caso del líder y otra derrota de los blanquiazules fuera de casa. Lo del Mallorca no parece preocupar pero no es normal. El equipo de Vicente Moreno cierra la primera vuelta y el año con cuatro empates consecutivos. Y se desconoce la causa, aunque, eso sí, los números de esta primera vuelta minimizan lo que para mí es una crisis de juego importante. En el Mallorca, cuyos números son muy destacables, no hay dirección de juego, hay una falta considerable de puntería y además parece haber surgido una especie de ansiedad alarmante si no se revuelve el partido en el primer cuarto de hora; eso unido a un bajón físico de jugadores muy importantes y a las ausencias por lesión grave de dos futbolistas que marcan diferencias. Esa coctelera ha llevado al Mallorca a acabar la primera vuelta por debajo de sus prestaciones. Por otro lado, en el Atlético Baleares ya no hay nada. Ni prestaciones, ni juego, ni alma, ni sensaciones. Solo queda la ilusión perdida, una victoria en los últimos quince partidos, el sueño del nuevo campo, y los lesionados que lo ven con estupor desde fuera. Además ya se ha cambiado de entrenador y nada ha mejorado. Todo sigue igual. Llegan las minivacaciones navideñas. Unos para recomponerse y otros para empezar a componerse. Habrá que ver. Queda el doble de lo ya jugado, o la mitad; según se mire. Se abre el mercado invernal de fichajes y los dos equipos mallorquines tienen refuerzos en sus agendas. El Real Mallorca porque necesita apuntalar posiciones y el conjunto del Atlético Baleares porque lo que necesita es volver a ser un equipo. Se trata de acertar en este mercado invernal.
