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Análisis

Recuerda el día que te lo digo...

Los que entienden de esto, que no son tantos, Emilio Pérez de Rozas y alguno más, no se cansan de repetir que Joan Mir, además de ser un tipo que vale mucho la pena, por su simpatía, por su naturalidad, por su eterna sonrisa que recuerda al fenómeno Marc Márquez, va camino de convertirse en un piloto que marcará una época.

"Recuerda el día que te lo digo...", decía ayer una persona estrechamente ligada al flamante campeón del mundo de Moto3. Su aplastante dominio en la más pequeña de las cilindradas, con diez victorias a falta de una carrera, que ya se intuyó la pasada temporada, es la mejor prueba de la calidad del palmesano, solo al alcance de unos pocos elegidos, como Gresini, que alcanzó esta marca hace treinta años, y Márquez, en 2010. No es tarea fácil cruzar la meta el primero, y más en una categoría como Moto3, en la que en cada carrera hasta diez pilotos están en condiciones de pelear por la victoria.

Le queda ahora el más díficil todavía, igualar los once triunfos de Valentino Rossi, que se impuso en once carreras hace la friolera de veinte años, en 1997, curiosamente el año de nacimiento del nuevo campeón del mundo de Moto3. Sería la guinda al pastel de una temporada de ensueño, en la que únicamente ha dejado de puntuar en una carrera, en Japón, en la que disponía de su primera pelota de partido.

Ganar o no en Valencia no cambiará absolutamente nada en la carrera de Mir. A partir del 12 de noviembre, fecha del Gran Premi de la Comunitat Valenciana, pensará en modo Moto2, su próxima aventura, el penúltimo peldaño que le ha de conducir a MotoGP, el sueño de cualquier piloto que se precie. A priori, aunque tratándose de un piloto de esta calidad nunca se sabe, la próxima temporada debe ser la de la adaptación a la nueva categoría junto a Álex Márquez.

El motociclismo mallorquín sigue en auge. A la espera de que Jorge Lorenzo culmine su adaptación a la Ducati y pelee de una vez por el título la próxima temporada -cuánto se le ha echado de menos-, Mir sigue la estela del pentacampeón. Queda un largo trecho por delante, pero las perspectivas son inmejorables en un piloto diferente al resto.

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