Es ahora o nunca. Tras doce intentos frustrados, Rafel Nadal se ve mejor que ningún otro año para intentar el asalto a uno de los pocos torneos que faltan en su palmarés, la Copa de Maestros que se disputa en el 02 de Londres del 12 al 19 del próximo mes de noviembre. Tres veces semifinalista y dos finalista (en 2010 cayó ante Federer y en 2013 frente a Djokovic), al mallorquín se le presenta una oportunidad de oro en un torneo que, hasta el momento, está resultando maldito.
Desde siempre, los torneos indoor no han sido el fuerte de un Nadal que desde los inicios era consciente de que debía adaptarse a todas las superficies si quería llegar a lo más alto. En plena forma y liberado de lesiones, fresco de mente y de piernas, como ha demostrado en Pekín, se le presenta a Nadal una ocasión de oro para romper con el maleficio de la Copa de Maestros.
Invicto en los últimos doce partidos, Nadal está completando un año excepcional, con seis títulos y 61 victorias por nueve derrotas, más que nadie en el circuito. Estos números no le garantizan nada, pero es la mejor muestra de que, si no el máximo favorito, sí está entre los principales aspirantes a conquistar el título más ansiado que falta en su palmarés y que se ha convertido, en palabras suyas, en el gran objetivo en lo que resta de temporada.
En juego está también el número uno, que se disputa con Roger Federer. Tras su victoria en Pekín, lograda doce años después de que la consiguiera por primera vez, le ha permitido aumentar su ventaja sobre el suizo en 2.370 puntos. No es una diferencia definitiva, pero le tendrían que ir muy mal las cosas al mallorquín para no acabar el año como el mejor. Es su otro gran objetivo, pero secundario si se compara con sus deseos de conquistar la Copa de Maestros.
El calendario de Nadal hasta final de temporada está establecido. Mañana debuta en el Masters 1.000 de Shanghái, penúltimo de la temporada de esta categoría, ante el norteamericano Jared Donaldson, contra el que nunca se ha enfrentado. Después llegará el ATP 500 de Basilea y París-Bercy antes de la gran cita londinense. De ganarla, supondría el mejor colofón a una temporada de ensueño.
