Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Natación en aguas abiertas

De Córcega a Cerdeña en un nado

Marga Genovart se convierte en la primera mallorquina en cruzar el estrecho de Bonifacio

David Bravo, compañero de Genovart durante la travesía, y la nadadora mallorquina, en aguas de Bonifacio. facebook

El estrecho de Bonifacio es conocido por todos los marines del mundo por su gran complejidad física. Numerosas corrientes, bancos de arena y unas condiciones meteorológicas muy complicadas. Cruzar a nado los 15 kilómetros del canal de agua situado entre las islas de Córcega y Cerdeña fue el peliagudo reto que se impuso la nadadora Marga Genovart, la primera mallorquina en conseguir dicha hazaña.

A las siete de la mañana del pasado 16 de septiembre, la bañista balear afincada en Francia se lanzó al mar en aguas galas (Cerdeña). Durante cuatro horas y 39 minutos luchó contra viento y marea para acabar varando en el Capo Sperone (Cerdeña), destino donde encalló incluso algo antes de lo previsto: "En aguas abiertas es complicado fijarse un tiempo exacto. Siempre te puedes encontrar con alguna sorpresa pese a contar con las previsiones marítimas. Así mismo nos habíamos marcado un máximo de cinco horas y tocamos tierra antes".

Para Genovart, fisioterapeuta en una clínica de rehabilitación, la natación es algo que le inculcaron desde pequeña. "Mis padres me apuntaron a clases, en invierno iba a la piscina del Sport Inca y en las temporadas de verano a Can Picafort. Estuve federada hasta los 16 y competí en un Campeonato de España en el 2000. Los siguientes diez años lo dejé de lado pero seguí practicando deporte, no fue hasta hace tres años que descubrí la natación en aguas abiertas", relata.

El culpable de convertir a Marga en la primera mallorquina en cruzar dicho estrecho fue David Bravo, un amigo que tuvo el decoro de acompañarla durante la complicada prueba: "En diciembre de 2016 participé en el Morocco Swim Trek, una travesía de 30 km dividida en cuatro etapas. Uno de mis compañeros fue quien me propuso atravesar un estrecho a nado. Pensamos en el de Bonifacio por ser una distancia similar a la de Gibraltar, pero con un presupuesto y una lista de espera mucho más corta".

Para afrontar el complicado reto, Genovart confiesa no haber realizado ninguna "preparación específica, pues entreno diariamente para las diferentes pruebas en las que participo". Lo que sí revela la mallorquina es la carga de hidratos extra que realizó los días previos al evento: "Aprovechando que estábamos en Italia nos alimentamos básicamente a base de pasta. La hidratación también fue importante así que el agua no faltó en ningún momento. Durante la travesía nos acompañó una embarcación que llevaba nuestro avituallamiento, isotónicas y plátanos".

Por si el reto de cruzar 15 kilómetros a nado en aguas abiertas no resulta por sí solo complicado, el mar tampoco acompañó. "Tuvimos cielo descubierto y soleado, la temperatura del agua rozó los 23º, pero el mar no estuvo en calma en ningún momento. Nos encontramos con una fuerte corriente lateral y olas de gran altura", confiesa. "Por suerte no nos cruzamos con ninguna medusa. Lo peor en este tipo de pruebas al final son los momentos de decaimiento anímico, es la cabeza quien te hace seguir adelante, como en toda prueba de ultra distancia", relata.

Tras completar la prueba, su reloj de seguimiento con GPS le marcó 120 horas de recuperación: "Volvimos a la playa de Santa Teresa de Gallura, punto de salida de la travesía, nos quedamos observando Córcega en el horizonte con una cerveza en la mano y comentamos la hazaña". Fueron prudentes y no hablaron de próximos retos, pese a que la cabeza de Genovart no deja de funcionar: "Por ahora no tengo nada en mente, lo único que sé es que me gustaría que el próximo gran reto fuese en casa, en mar balear".

Compartir el artículo

stats