Seguro que a Nadal no le ha entusiasmado recuperar este número uno ligando esta sensacional noticia a que Federer renuncia por lesión a disputar Cincinnati. Pero los números no engañan y en otras ocasiones ha sido el mallorquín el que ha tenido que perder ventaja en el ránking de la ATP por culpa de sus problemas físicos. Lo que es indiscutible es que su regreso al trono no es casualidad. Se ha levantado desde muy abajo, sobre todo teniendo en cuenta que había llegado al cielo, trabajando desde el principio con cabeza y sin pasos en falso. Cuajó una temporada de tierra batida fabulosa. Asombró al mundo por enésima vez al conquistar su décimo Roland Garros y en Wimbledon perdió, cierto, pero la forma en la que cayó ante Muller no hizo saltar ninguna alarma. Y mejor pensar que la derrota en Montreal ante un chaval de 18 años y el 144 del mundo fue un accidente, de esos que puede ocurrir en el deporte y que en Cincinnati y en el Open de Estados Unidos ejercerá de número uno, que es lo que es. Todo un orgullo para los mallorquines que, a sus 31 años, siga agrandando su leyenda. Y parece que para rato.
