Resguardado del sol abrasador que cae sobre la pista tres del recinto de Roland Garros en un rincón que da un poco de sombra, y rodeado de una treintena de periodistas, Toni Nadal empleó su discurso de siempre, el de la normalidad, antes de afrontar la décima final de Roland Garros como entrenador, la última tras el anuncio de su retirada a final de año. "La posibilidad de ganar el décimo título no pesa. Cada vez que he venido aquí no sabía si era el segundo, el sexto o el noveno. Cuando lo ganamos por primera vez en 2005 pensábamos que ya estaba el objetivo conseguido, pero en el segundo acudimos con los mismos nervios", recuerda, para añadir: "De 9 a 10 (títulos) hay un diez por ciento. Es la vez que cambia menos ganar o no, aunque es un Grand Slam y diez queda muy bonito. Pero nueve está muy bien".

Toni asegura que no prepara una final de una manera especial a otro partido. "Es como cuando iba al colegio y hacíamos evaluación continua. A veces queremos hacer raíces cuadradas en una pista de tenis y no es para tanto", comenta. Afirma que su pupilo "llega con buenas sensaciones a la final, pero el rival (Wawrinka) es peligroso, no ha perdido nunca una final grande y suele jugar muy bien los partidos importantes".

El entrenador de Rafel considera normal que se valore al rival de la final. "Lo que no podemos esperar es que un finalista de Roland Garros sea un rival fácil. También hubiera sido difícil Murray, lo mismo que lo era Paire en la primera ronda. Recuerdo cuando Rafel, al principio, se quejaba de la dificultad de los rivales en las finales, y yo le decía: 'No querrás a un amigo de Mallorca'".

A su parecer, su sobrino "está jugando mejor que en Madrid, Barcelona y Roma. Wawrinka es un rival diferente de los primeros años y no creo que el 15-3 favorable a Rafel influya", concluyó.