Dominic Thiem demostró ayer, a sus 23 años, que es el máximo referente del tenis que viene. El tenista austriaco borró de la pista al hasta hace poco número uno Novak Djokovic con un resultado que no deja lugar a la duda: 7/6, 6/3, 6/0, un marcador que demuestra que Thiem ha venido a disputar el título, con permiso de Nadal, y que Djokovic necesita recapacitar y ver qué rumbo le pone a su carrera. Campeón el año pasado en París, en el único grande que faltaba en su palmarés, es ahora una sombra de lo que fue, perdido y dando la impresión de estar hastiado de tenis a sus 30 años.

Thiem demostró ayer todo lo que bueno que viene mostrando en esta gira de tierra: una derecha que hace daño, un revés más que bueno y una volea espectacular. Todas estas cualidades le convierten en un potencial ganador en Roland Garros, como dijo ayer Nadal. Salvo en el primer set, que se resolvió en la muerte súbita, el austriaco no dio ninguna opción a su rival, perdido tras la pérdida del primer parcial y sin encontrar soluciones a sus muchos problemas. Con Agassi ya en casa junto a su mujer Steffi Graf, Djokovic deberá buscar nuevo entrenador tras haberse quitado de encima al equipo que le ha acompañado durante toda su carrera, con Marian Vajda al frente. Cuando ganó Roland Garros el año pasado y sumó su duodécimo título de Grand Slam, parecía que nadie le pararía. Pero se ha sentido vacío por primera vez en su carrera y lo está pagando.

En los otros partidos de cuartos de final, el suizo Stan Wawrinka se impuso al croata Marin Cilic (por 6-3, 6-3 y 6-1) mientras que el británico Andy Murray, número uno del mundo, sufrió mucho, pero acabó derrotando al japonés Kei Nishikori (2-6, 6-1, 7-6y 6-1).