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Minuto 91

Con los sentimientos no se juega

Vallejo escucha a los aficionados. Lof

Por si les quedaba alguna duda, los jugadores del Mallorca pudieron comprobar ayer de primera mano el significado del club que tan mal han defendido en los últimos diez meses. Los rostros de los cuatrocientos valientes que se desplazaron a Anduva son lo suficientemente elocuentes del sentir de miles de mallorquinistas que entre lágrimas de rabia y desesperación han sufrido la vergüenza de un descenso de incalculables consecuencias. Con los sentimientos no se juega, y los futbolistas lo han hecho de mala manera.

Reflejo de la temporada. Ya está. El Mallorca militará la próxima temporada en Segunda División B. Literalmente, el infierno, fuera del fútbol profesional por primera vez en los últimos 36 años. Un descenso ganado a pulso. El partido de ayer en Miranda de Ebro, ante un Mirandés descendido desde la semana pasada y que únicamente se jugaba la honra, fue un reflejo de lo que ha sido toda la temporada: impotencia, falta de calidad, de ambición y concentración. De otra forma no se explica que, en un partido de tanta trascendencia, en el que se sabía que solo la victoria podía dejarles con vida, el equipo encajara el primer gol a los dos minutos. A la media hora llegaría el segundo, acabando con las escasas ilusiones de los mallorquinistas, que para más inri veían cómo los rivales directos cumplían con su obligación. Habrá tiempo para extraer consencuencias y buscar culpables de este vergonzoso descenso. Pero al primero que hay que señalar es al propietario Robert Sarver. Desde Tejas, a miles de kilómetros de Mallorca, no se puede dirigir un club. Y peor aún, ponerlo en manos de una persona, Maheta Molango es su nombre, que, con el paso del tiempo, ha demostrado que el cargo de consejero delegado le viene grande, muy grande. Pero, sobre todo, los jugadores, los profesionales. Tres entrenadores han pasado por el club esta temporada, Vázquez, Olaizola y Sergi, y ninguno de ellos ha sido capaz de enderezar la situación.

Por méritos propios. El Mallorca es de Segunda B por méritos propios. Ha sumado dos puntos de los últimos seis posibles cuando los necesitaba todos para llegar con vida a la última jornada. No va a poder ser. El club ha descendido a los infiernos. Habrá que ver cuánto le cuesta abandonarlo.

Marco Asensio se doctora. El mallorquín sacó partido como pocos a los escasos diez minutos que le dio Zidane en la final de la Liga de Campeones. Marcó el cuarto y último gol de su equipo y, raudo, se fue directo hacia su padre y su hermano, a los que les había prometido que dedicaría el gol. Fue la cumbre a una gran temporada del futbolista mallorquín que, a sus 21 años, ha tocado el cielo, donde su madre debe sentirse bien orgullosa de su hijo, un ejemplo tanto dentro como fuera del campo por su humildad y sencillez. No es casualidad que sea el ojito derecho de Zidane, uno de los futbolistas más elegantes de todos los tiempos.

La cara más desconocida de Nadal. El mallorquín no para de recibir elogios tanto por sus cualidades en la pista como por su comportamiento tanto dentro como fuera de ella. Pero ayer fue protagonista de un acto que no cuadra con su forma de ser. En su partido ante Bautista se encaró con el juez de silla por el 'warning' (advertencia) que le señaló por excesivo tiempo a la hora de sacar. "Pítame todos los 'warnings' que quieras que no me vas a arbitrar más", le dijo Nadal al árbitro en tono amenazador. A estas alturas de su carrera debería estar por encima de estas cosas y dedicarse a jugar, que lo hace mejor que nadie.

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