P ¿Se le han presentado muchos obstáculos en la vida para lograr sus sueños?
R Obviamente sí. Llevo muchos años como deportista de elite y he tenido que renunciar a muchas cosas, luchar contra muchos prejuicios sociales por el hecho de hacer un deporte vinculado al género masculino, pero creo que los
obstáculos que me he ido encontrado me han fortalecido.
P ¿El dopaje le ha impedido poder celebrar los sueños como merecía?
R Claramente. Me ha impedido poder vivir momentos inolvidables como subir al podio olímpico, oír el himno de mi país y que la gente se emocione conmigo y todo lo que conlleva el recibimiento a una persona que acaba de ser campeona o subcampeona olímpica. Creo que me han privado de muchas cosas, pero al final me quedo con que se ha hecho justicia, se me entregarán esas medallas y serán mías.
P En un solo verano, tres preseas olímpicas. ¿Cómo vivió esos días?
R El 2016 fue el mejor y el peor año de mi vida deportiva. Comienzo con una lesión que me hace dudar de si podré llegar a Río, al final lo consigo y antes de partir a Brasil me entero de que soy campeona olímpica de Londres, después en Río logro la medalla de bronce, consigo subirme a un podio olímpico, y cuando estoy de vacaciones recién llegada de las Olimpiadas, recibo la noticia de que soy subcampeona olímpica en Pekín, y ya fue cómo… ¿En serio? Fueron muchos sentimientos encontrados, porque me puse muy contenta pero a la vez me dio mucha pena, porque en el deporte hay que respetar todos los valores y siempre digo que cuando un deportista decide doparse, deja de practicar deporte.
P Se ha convertido en embajadora de un proyecto de Bridgestone con deportistas de elite como Sergio Rodríguez y Javier Gómez Noya. ¿En qué consiste?
R Se trata de una campaña que empatiza muchísimo conmigo. La gente ha escrito sus sueños en la web de Bridgestone y yo estoy aquí para ayudar a cumplirlos. Elegí ayudar a alguien de Mallorca cuya ilusión era crear un grupo de trabajo con chavales en riesgo de exclusión social y he venido para conseguir que cumpla su sueño.
P Si es complicado ser halterófilo, siendo mujer ¿Es un desafío?
R Es verdad que vivo en un círculo muy deportivo y quizás no siento eso. Ahora mismo, en el centro que entreno hay más mujeres que hombres practicando halterofilia, no me he sentido nunca socialmente diferente. El deporte no entiende de géneros.
P ¿Cree que sus medallas olímpicas van a crear escuela?
R Últimamente se fomenta más el deporte femenino y se impulsa más la halterofilia. Las madres me tienen como referente y no les da miedo que sus niñas quieran practicarlo. A mi propia familia, cuando se lo dije les sorprendió, pero todo está basado en el desconocimiento y los prejuicios.
P ¿Castiga mucho al cuerpo?
R Es alto rendimiento, es elite, claro que castiga. Tu cuerpo está al 200% siempre. Pero una vez lo dejas no tienes por qué tener ninguna secuela.
P Su meta es llegar a Tokio 2020. ¿Sería su punto y final?
R Entiendo que sí. Me gustaría que Tokio fuera mi última competición olímpica porque sería la mejor cita para retirarme de la halterofilia profesional y además creo que todo tiene un principio y un final y retirarme allí seria el colofón de tantos años dedicados a este deporte.
P Es el vivo reflejo de que deporte y feminidad no están reñidos.
R Yo creo que las que hacemos deporte no dejamos de ser mujeres. Que se me coja como referente resulta muy halagador y más cuando se trata de un deporte de fuerza. No creo que esté reñido una cosa con la otra.
P ¿Le ha devuelto el COI lo que le debe?
R Todavía no. Entiendo que dentro de poco me brindarán ese reconocimiento en el Comité Olímpico Español. Las medallas conllevan un premio económico y la Federación va a luchar para que obtenga todo lo que reporta el haberlas conseguido. Pero para mí el premio más importante se ha quedado por el camino.
