Jorge Lorenzo ( (Palma, 4 de mayo de 1987, cinco títulos mundiales, 250 grandes premios, 65 victorias, 145 podios), empieza en Doha (Catar), una nueva temporada, pero la arranca en otro equipo. Ducati no tiene nada que ver con Yamaha. Ser líder de la fábrica de Borgo Panigale (propiedad de Audi), nada tiene que ver con ser el tricampeón consolidado de Yamaha. Ser compañero del italiano Andrea Dovizioso, otro mundo comparado con vivir al lado de Valentino Rossi.

-¿Se fue harto de Rossi, de Yamaha?

-Ni mucho menos. Nada de eso. Es más, no tiene sentido escribir algo así, porque no es cierto. Pude renovar con Yamaha, pues tanto su oferta económica como técnica, era excelente. Lin Jarvis, su jefe, siempre, siempre, me ha tratado de maravilla y a la misma altura de Valentino Rossi. No, no, no me fui de Yamaha harto de Rossi, me fui porque quería aceptar el reto que me proponía Ducati, tratar de recuperar el cetro que les dio Casey Stoner.

-Menudo cambio de moto, ¿no?

-Yo estaba muy cómodo y muy hecho a la Yamaha, que iba de maravilla y era muy agradable de pilotar. Ahora me toca adaptarme a la Ducati, que, de ser un animal, como me pidieron que la definiese, el pasado jueves, diría que es, sin duda, un animal feroz, salvaje. No sé, un tigre, un león, un leopardo. Ruge, es dura, se pilota de manera muy diferente a la Yamaha y, por tanto, necesitaré algo de tiempo para sacarle todo el rendimiento que tiene, que es mucho.

-Pero a usted lo han contratado, dicen que con el mejor contrato de la parrilla de MotoGP, para ganar ¡ya!

-Todos, incluida Ducati, sabemos lo difícil que es ganar en MotoGP, todos. Por supuesto que queremos ganar, pero nos equivocaríamos si nos obsesionásemos por el título. Primero, yo he de dar lo mejor de mí y, luego, o, al mismo tiempo, Ducati ha de poner la moto a la altura de la mejor. Estamos en ello y vamos juntos de la mano.

"En Ducati somos mediterráneos, pasionales, instintivos, nos gustan las emociones"

-Dicen que Ducati es una familia.

-Y es rigurosamente cierto, muy cierto. Aquí todo es distinto a los equipos japoneses, bueno, o de fábricas japonesas, donde el método, la frialdad y la pausa forman parte del día a día, mientras que, en Ducati, somos mediterráneos, pasionales, instintivos, nos gustan las emociones. Nos entendemos. Esperemos que todo eso se traduzca en resultados buenos, grandes.

-En Ducati ha vuelto a encontrarse al ingeniero que le ayudó a ser campeón del mundo en 250cc. ¿Qué tal le va con Gigi Dall'Igna?

-Muy bien, muy bien. Ve, Gigi ha sido uno de los motivos del cambio. Porque Gigi me conoce y yo sé cómo trabaja él, lo mucho que ha hecho crecer a Ducati y, durante los últimos años, siempre que nos cruzábamos por el paddock, me hacía saber lo mucho que le encantaría trabajarde nuevo conmigo.

-¿Qué sensación le ofrece el Mundial que arranca mañana en Catar?

-Bueno, como todos, un Mundial apasionante, con muchos cambios de pilotos, más que de máquinas ¿verdad? y con la incertidumbre de saber quién se adaptará mejor y más rápidamente a su nueva situación. Esto es muy largo, mucho.

-¿Le ha sorprendido la manera en que Maverick Viñales se ha adaptado a la Yamaha?

-Bueno, la verdad es que ya tengo suficiente trabajo con adaptarme yo a la Ducati, con variar, poco a poco, mi pilotaje para hacer que la Desmosedici sea competitiva, pero, sí, tengo la sensación de que hemos descubierto un nuevo Márquez, en el sentido de que enseguida se ha convertido en candidato y eso hará que todos tengamos que correr más y mejor para poder aspirar a la victoria o al podio.