La agresión múltiple del domingo en el campo del Alaró que terminó en una batalla campal de padres es el tercer episodio de violencia que se vive este año en los campos de fútbol de Baleares, sin contar las escenas de insultos, intimidaciones y gestos fuera de lugar que son moneda común durante cada jornada de competición en todos los campos de fútbol de las islas.

El primer episodio se vivió en el campo del Colegio Cide de Palma el pasado 22 de enero. Al finalizar el partido Estudiantes contra el Recreativo Penya Arrabal de infantiles -, que finalizó 0-2 para los rojillos, un padre de un jugador bermellón pegó varios puñetazos al entrenador local. El preparador acabó en el hospital. El Penya Arrabal decidió expulsar al jugador infantil.

El árbitro Marc Prats fue golpeado en el rostro y escupido por seguidores del Llucmajor a la conclusión del partido de Segunda Regional que enfrentó el pasado 13 de marzo a este equipo con el Baleares Sin Fronteras. La victoria 2-3 del Baleares Sin Fronteras con un gol en el tiempo de descuento tras remontar un 2-0 y con dos expulsados del Llucmajor desató la ira de los aficionados locales, que la tomaron con el colegiado de 18 años y al que amenazaron de muerte.

El 13 de marzo, en Ibiza, el partido del grupo B de la 2ª Regional alevín entre el Insular B y Sant Carles, que se jugaba en el estadio de Can Cantó, tuvo que suspenderse tras un incidente en el minuto 46, justo al empezar el último cuarto, cuando el resultado era de 3-4. El padre de uno de los jugadores, descontento porque el entrenador del Insular B, Marcelo Pintos, dejó a su hijo en el banquillo, saltó al terreno de juego con la intención de agredir al técnico. Dicho padre se encaró con Marcelo y tuvo que ser separado por varios de los presentes.