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Análisis

Palma: Dieciocho años de abandono

Ahora que la presente temporada de pista cubierta llega a sus últimos compases, es buen momento para hacer un análisis de la situación de nuestro atletismo en Palma. No hablemos de política deportiva, porque en este sentido carecemos de ella. El IME parece considerar que con promover una carrera escolar una vez al año y alguna otra carrera -con fines solidarios- cubre el espectro atlético en Ciutat. Vaya por delante que cabe aplaudir dichas iniciativas llevadas a cabo por el Ajuntament, pero la promoción no se hace con una carrera para un millar de niños una vez al año. Se promociona apoyando los otros 364 días del año a las entidades deportivas sin ánimo de lucro cuya finalidad es la promoción del deporte -los clubes deportivos-, y no, no se está hablando de subvenciones. Ésta es la manera de contar con un tejido social empapado de actividad deportiva constantemente. Con jóvenes practicando el deporte que eligen porque lo practica su amigo, porque lo han visto aquí o allá y, a través de los clubes deportivos, adquieren habilidades y destrezas paulatinamente hasta alcanzar el nivel autonómico, nacional o internacional. Vamos, enseñar a pescar antes que dar de comer pescado un solo día. En cuanto a las carreras solidarias, el deporte en general y el atletismo en particular, no solo puede, sino que debe asumir su responsabilidad en ese campo, pero podemos incurrir en el error de desvirtuar el verdadero objetivo del atletismo y que nuestros políticos se acuerden solo del deporte de Fidípides cuando hay que ofrecer alguna iniciativa ajena al atletismo. El boom de las carreras a pie, más conocido como running -así es más comercial- ha hecho que muchos ciudadanos se lancen a nuestros montes y calles y no desaprovechen ocasión alguna para participar en las numerosas pruebas que se organizan. Pero quizás algún asesor visionario ha recordado aquella frase del sufragio universal de que "un individuo, un voto" y ha deducido que la fórmula del panem et circenses de los romanos puede dar buenos resultados ante unas elecciones. Palma llegó a contar con hasta tres pistas de atletismo en 1999. Hoy solo queda una. Y en estos casi 18 años se ha triplicado el número de practicantes de atletismo. Matemáticamente, se ha incrementado en un 900 por ciento la presión de usuarios por cada calle y cada pasillo de las instalaciones de atletismo en Palma porque hemos ido a menos, a mucho menos. En el año 2005 desapareció la pista del Poliesportiu Sant Ferran, lugar que hoy ocupa el velódromo Palma Arena, donde debía haber una pista cubierta -dentro- y una exterior en la parte alta.

Ni una ni otra. El famoso ascensor de Jordi Évole, que iba a llevar a un complejo atlético que nos hubiera equiparado con las demás Comunidades Autónomas, nos acabó llevando a ningún lado. Como a ningún lado ha llevado la gestión del Ajuntament de Palma en estos dieciocho años. Esperemos que no tengan que pasar otros dieciocho años para que este particular viaje a Ítaca nos lleve a buen puerto. Más pronto que tarde.

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