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Análisis

La alargada sombra de Moyá

Solo Toni Nadal sabe hasta qué punto ha influido en su decisión de acabar con la larga relación profesional con su sobrino la llegada de Carlos Moyá al cuerpo técnico del campeón de Manacor. El tío Toni, siempre sincero, ha dado alguna pista de las razones por las que decide poner fin a su ligazón con su sobrino. Además de que quiere dedicarse a la Academia y trabajar con los más jóvenes después de tres lustros viajando por el mundo, la que parece que realmente tiene peso en su drástica y no menos sorprendente decisión es la pérdida de influencia sobre el tenista. Con el paso de los años y las vitrinas repletas de trofeos, son cada vez más las personas que rodean al ganador de catorce grandes con peso en el día a día del manacorí.

La influencia de Toni sobre su pupilo hace tiempo que se ha reducido únicamente a la pista. Sigue siendo el principal instructor del campeón, a quien este mira en la pista en los puntos importantes esperando un gesto, una indicación que le guíe para ganar los partidos. Pero al lado de Toni Nadal se sienta ahora Moyá, que no es un entrenador cualquiera. Además de por una buena amistad, Rafel y Carlos están unidos por experiencias comunes -ambos campeones de Roland Garros, la Copa Davis de 2004 y números uno-, por una excelente sintonía y por una mayor cercanía generacional. La presencia del palmesano, dicen los que le conocen, romperá algo la rigidez de la relación entre Toni, amante de la disciplina, y Rafel.

Mientras Toni siga al frente del equipo, el tenista debe sacar el máximo provecho del lujo que supone tener a su lado a su tío y a su amigo. Al primero no le queda nada que demostrar, y a la carrera de su pupilo hay que remitirse; al segundo, corroborar el buen trabajo que ha realizado junto a Milos Raonic, al que ha convertido en un tenista de otro nivel.

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