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Preferiría no hacerlo

Cándidos

El entrenador y los futbolistas están convencidos de que merecen ganar porque dan más pases que el rival, ignorando que aquí lo que cuenta es marcar más goles

Anda la parroquia desconcertada porque ahora que por fin el Real Mallorca compite tampoco le vale para salir del pozo. Un momento. ¿De verdad el equipo compite? Hay tan poco a lo que agarrarse que ver a los futbolistas presionar al rival y dar tres pases seguidos dispara todo tipo de elogios. La candidez de algunos aficionados y comentaristas es solo comparable a la de la defensa bermellona ayer cuando regaló dos golazos al Oviedo. Para competir bien hay que estar enchufado los noventa minutos y tener a futbolistas decisivos detrás y delante. No es el caso del Mallorca, un equipo que lo fía casi todo al olfato de un delantero del montón y a la fiabilidad de una defensa siempre puntual a su cita semanal con el esperpento.

Adornos

Nunca hubo un equipo en zona descenso con tan buenas sensaciones. Hay que ver cómo se adorna Javier Olaizola para tratar de explicar la situación de un Mallorca que no levanta cabeza. Uno casi echa de menos a Joaquín Caparrós diciendo aquello de "la clasificación, amigo" mientras daba golpecitos en la mesa. La realidad es que el técnico vasco ha sumado seis puntos en siete partidos, una estadística terrorífica que ya habría puesto en la picota a cualquier otro entrenador. El problema es que tanto el vasco como los futbolistas viven en una burbuja. Están convencidos de que merecen ganar los partidos porque dan más pases que el rival, ignorando que aquí lo que cuenta es marcar más goles.

Una gestión nociva

El descenso castiga el trabajo del césped y el de los despachos. Maheta Molango y Javi Recio también se han construido una realidad paralela en la que las deficiencias del proyecto son invenciones de la prensa. Obviar un problema en lugar de afrontarlo ha sido una costumbre muy extendida entre los dirigentes del Mallorca estos últimos años. El problema es que la ceguera del consejero delegado y del director deportivo castigan severamente a un equipo que tendrá que pelear la permanencia con balas de fogueo. Hace un año el club puso patas arriba el mercado de invierno; esta vez se ha conformado con dinamitar el mercado de laterales zurdos. La plantilla está descompensada. Lástima que quienes debían corregirlo se hayan puesto de perfil.

Tres problemas

El 'gatillazo' del Mallorca este mercado de invierno también es extensible al capítulo de bajas. A ver cómo gestiona Olaizola la presencia de Salomao, Óscar Díaz y Joan Oriol en un vestuario saturado. El técnico les dejó fuera de la convocatoria para viajar a Oviedo, lo que deja bastante claro que los tres futbolistas van a ser habituales de la grada de aquí al final de temporada. Es una situación casi tan vieja como el fútbol. Por eso no se entiende que Molango firmara al portugués hasta 2019 y al madrileño hasta 2018.

Vergüenza de liga

En la Liga de las chapuzas y las improvisaciones muchos de los episodios que rodean al fútbol acaban por dar vergüenza ajena. Como la conspiración fabricada por el Real Madrid y sus voceros a cuenta de la suspensión del partido que debía jugar ayer el equipo blanco en Vigo. Había que jugar a toda costa pese a que el temporal se había llevado veinte metros del techo de Balaídos. Qué gran oportunidad han perdido muchos portavoces oficiales y oficiosos para no hacer el ridículo.

Atletismo en guerra

Los atletas de Balears han iniciado una campaña de recogida de firmas en internet para que el Govern construya una pista cubierta. Esta nueva batalla vuelve a poner de manifiesto la precariedad con la que tienen que entrenar y competir los atletas por culpa del absoluto desinterés de los dirigentes políticos.

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