Treinta y dos hombres habían atravesado la línea de meta. Todas las miradas esperaban impacientes la llegada de la primera mujer que, armada de valor, finalizara los 42 kilómetros, 195 metros de la décimo tercera edición del Maratón de Palma. Y allí apareció Sabine Stadler. La alemana, algo acalorada, paró el crono en tres horas, siete minutos y 48 segundos. "No es mi mejor marca, el maratón de Berlín conseguí acabarlo en 3:02:57, pero dadas las circunstancias estoy muy contenta".

Los fotógrafos allí presentes le instaban a que levantara los brazos en señal de victoria, ella, quizás aun cansada o algo avergonzada, los alzaba tímidamente. Cuando empezó a creerse lo que había hecho, Stadler se soltó. Era el escenario perfecto con el final más deseado. Ni las cuestas ni el calor pudieron con ella. "Los 21 primeros kilómetros he ido muy cómoda, pero a partir de esa distancia ha empezado a hacer mucho calor y lo he pasado un poco mal. Las cuestas por el centro de la ciudad me retrasaron un poco pero estoy muy contenta con el resultado". Sabine sintentizaba en pocas palabras lo que sus tiempos mostraron durante la carrera. Su ritmo al paso del medio maratón le hubieran hecho lograr una marca inferior a las tres horas, algo que al final no pudo ser. "Volveré el año que viene e intentaré mejorar los resultados", confesaba.