Los males en el fútbol se curan con goles. El Mallorca tiene en Brandon a un jugador diferente, y cuando no está decaído o desconectado, el mallorquín resulta determinante por su talento y una picardía muy poco común en los terrenos de juego. La pólvora del equipo se concentra de momento en sus botas. Lleva cuatro goles en Liga y uno en Copa que mantienen a flote al Mallorca y a un Fernando Vázquez que se jugaba algo más que su credibilidad como técnico. La segunda victoria del curso ha llegado cuando el gallego más la necesitaba, aunque el debate sobre su continuidad resurgirá con cada bache que aparezca en el camino del equipo. Se le sigue juzgando por sus resultados el pasado curso, y esa es una hipoteca muy cara de asumir.
Solo un bálsamo
La victoria contra el Huesca es un poderoso calmante, pero no permite hacer lecturas más optimistas. Mucho hay que remar en esta categoría para alcanzar el éxito, y el Mallorca ya ha demostrado sobradamente que no tiene el don de la perseverancia. Las victorias siempre llegan acompañadas de promesas de mejoría, pero cuando solo se llevan dos después de nueve jornadas es mejor ser cautos. Los problemas no se borran de un plumazo, aunque se supone que el claro triunfo sobre los oscenses enmendará muchos de los complejos que lastraban a los rojillos.
Un cafre en la sala de prensa
El pasado martes fue casi imposible escuchar en la radio y la televisión otra cosa que no fueran los insultos que Cuéllar dedicó a un periodista que cubre la actualidad del Sporting de Gijón. El informador había cometido un error por el que pidió disculpas, pero en lugar de aceptarlas el portero hizo detonar una carga explosiva en la sala de prensa con el único fin de infligir la máxima humillación posible al periodista. Las palabras de Cuéllar, un tipo retorcido y evidentemente maleducado, fueron jaleadas en las redes sociales por una gran cantidad de aficionados. Está claro que el periodismo, particularmente el deportivo, sufre un gran problema de credibilidad. Pero aplaudir a un futbolista cuando está metiendo la pata hasta el fondo solo contribuye a endiosar todavía más a un colectivo sobrado de perdonavidas.
El embrollo de luna y enrich
El miércoles los focos se dirigieron hacia Sergi Enrich y Antonio Luna, célebres por haber protagonizado un video sexual con una mujer que acabó pasando de teléfono en teléfono. Los dos futbolistas del Eibar, nacidos en Balears y con pasado mallorquinista, disfrutaban hasta entonces de los privilegios de jugar en Primera División y del relativo anonimato que les daba militar en el modesto conjunto guipuzcoano. Pero todo eso ha estallado por los aires, hasta el punto de que se enfrentan a un pena que puede alcanzar los cinco años de cárcel por vulnerar la intimidad de la chica. El lío en el que se han metido tiene difícil solución, sobre todo en un ámbito con tanta exposición como el fútbol. Lo que está claro es que el estigma les acompañará toda su carrera profesional.
Vergüenza en el camp redó
La buena predisposición del alcalde José Hila se sumergió en el agua que inundó el campo del Independiente después de la tormenta que cayó la pasada semana. Mientras el alcalde se deshace en promesas, los jugadores del club palmesano de todas las categorías tienen que suspender los entrenamientos cuando llueve porque han empezado otra temporada en el único campo de tierra que queda en Mallorca. Es una absoluta vergüenza. También lo es escuchar las críticas del PP, ahora en la oposición municipal, teniendo en cuenta que cuando tuvo la oportunidad de poner el césped pasó olímpicamente del problema.
