El Mallorca ha tirado por la borda en solo dos partidos -obviaremos el del Girona porque se ganó- todo el buen trabajo que se ha hecho en los anteriores. En Tenerife ya dio signos de debilidad y solo la fortuna evitó la derrota. Y ayer, ante el recién ascendido UCAM Murcia ofreció una de sus peores actuaciones, por no decir la peor. El problema sigue estando delante, que no se marca un gol ni por casualidad. Pero ahora, también atrás, pese a que puede parecer una incongruencia al acabar una vez más con la portería a cero. Ante cualquier otro rival con un delantero mínimamente atinado, el Mallorca hubiera encajado ayer un mínimo de tres goles, los que erró de forma incomprensible Imaz, que vivió una auténtica pesadilla.
Al margen del mísero punto, lo peor es la sensación de vuelta a las andadas de un equipo al que parece que se le han agotado las ideas. De jugar bien, muy bien algunos partidos, se ha pasado a la vulgaridad de siempre. De dominador se ha pasado a dominado. Ni en Tenerife ni ayer llevó el equipo el control del partido, lo que ha sido su seña de identidad en este comienzo de temporada. Parece como si la falta de puntería, o más bien de calidad, hiciera mella en los jugadores, que no saben ya a quién encomendarse para batir la portería rival. Siete puntos sobre 21 es un paupérrimo balance.
Admirable Athletic. En un fútbol tan profesionalizado como el actual, que once aldeanos, como definen los aficionados de San Mamés a sus jugadores, se codeen con los más grandes del universo futbolístico, es para quitarse el sombrero. Liderados por el que posiblemente es el mejor entrenador español, Ernesto Valverde, los rojiblancos encadenan cuatro victorias y demuestran que no hace falta tirar de talonario para jugar bien al fútbol y ser competitivo. El Athletic es la envidia del fútbol español y mundial.
El mal gesto de Filipe Luis. Le respondió muy bien Luis Suárez. Lo que pasa en el terreno de juego se queda en el terreno de juego. Viene esto a cuento porque el brasileño del Atlético de Madrid colgó en las redes sociales, en el mismo vestuario del Camp Nou, la marca que le dejó el uruguayo en el pie tras una entrada de las muchas que se producen en un campo de fútbol. El lateral del Atlético ha perdido una gran oportunidad de olvidar el suceso y pensar que otro día puede ser él quien sea el autor de una falta similar.
La gesta de Carlos López y de los otros dos mil participantes en la Ironman de Alcúdia merece un aplauso de los grandes. El mallorquín, sin ser profesional, se impuso a atletas que viven de su dedicación al deporte. La triatlón de larga distancia, que acaba con un maratón después de pegarse una paliza a pie y a nado, es una de las pruebas más duras del deporte, por no decir la que más. Por eso, López merece todos los elogios y la admiración de todos.
El arrastre de Nadal quedó ayer patente en su ciudad natal, con motivo de la jornada de puertas abiertas del Sport Centre que lleva su nombre. Exfutbolistas del Real Madrid y Barcelona, extenistas como Mats Wilander, John McEnroe y Carlos Moyá y las más de cuatro mil personas que se dieron cita en el recinto durante toda la jornada es el mejor ejemplo de lo que supone el fenómeno Nadal. Faltaba un reconocimiento como el de ayer en Manacor a un personaje de leyenda, que ha puesto el nombre de su ciudad en el mapa del mundo. El campeón de catorce grandes, que la próxima semana participa en el torneo de Tokio, comprobó ayer la trascendencia de su obra, y que el recinto que lleva su nombre ha de ser un punto de referencia en la isla.
