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Preferiría no hacerlo

Cuarta temporada en el pozo

El Mallorca cerró la pretemporada con derrota ante el Granada y 'buenas sensaciones', valoración que en fútbol no vale para ganar partidos. También planean sobre el proyecto una serie de dudas que se concentran sobre todo en la portería y en la punta de ataque. Parece evidente que la contratación de Santamaría ha debilitado una demarcación muy sensible. Tampoco Lekic es un fichaje de campanillas. No puede serlo un descarte del Girona, así que solo queda confiar en que esta sea la temporada de su vida. Maheta Molango se ha cansado de restar importancia a la incorporación de un '9', lo que explica que haya fichado a uno de perfil bajo. Lo que ya se entiende menos es que acabara fichando a dos. A ver si el CEO se explica a su regreso de vacaciones.

Una larga adaptación

Ha empezado la cuenta atrás para el inicio de la cuarta temporada consecutiva del Mallorca en Segunda División. "Será un año de transición", decían los aduladores del entonces máximo accionista y director deportivo cuando se consumó el descenso. La realidad siempre acaba por imponerse y la entidad sigue metida en el pozo, todavía aprendiendo a sobrevivir en una categoría a la que no se adapta pese al paso de los años. Sería un buen comienzo no caer en la tentación de subestimar al Reus, un rival que exigirá más que el West Bromwich y el Granada. Seguro que los tarraconenses no van sobrados de talento, pero el Mallorca tampoco.

Un Ciutat de Palma 'low cost'

El Ciutat de Palma es un torneo venido a menos, como todos los trofeos veraniegos. Y siendo sinceros, ni invitando al Bayern de Munich irían más de siete mil personas a Son Moix en pleno agosto. Pero el club sí debería poner más mimo a la hora de organizar la presentación del proyecto deportivo. El acto exprés y desganado del pasado sábado solo generó indiferencia. Con esta filosofía la presentación se convierte en un paripé para todos los que participan en ella, así que si el año que viene va a seguir por los mismos derroteros, mejor ahorrársela.

El éxito y las medallas

Demasiada gente va a medir el éxito de la delegación española en función de la cosecha de medallas. Tremendo error. Primero hay que exigir más infraestructuras, profesionales y planes más potentes que permitan conciliar y dedicación plena a una disciplina deportiva. Marcharse de Río sin metal no debe avergonzar a ningún deportista, sino a unos políticos que mayoritariamente se desentienden del deporte de elite salvo cuando pueden pasearse por la Villa Olímpica. Las medallas de Mireia Belmonte son un milagro en un país en el que dedicarse a la natación es casi una extravagancia. Para muchos deportistas españoles el éxito es clasificarse para unos Juegos y plantar cara. Mientras tanto, que las medallas se las exijan a otros.

Nadal lo vuelve a hacer

Tampoco se pueden exigir a un Rafel Nadal que en el cuadro individual se vació y vendió su piel más cara que nunca. Las virtudes del tenista de Manacor no se miden en medallas o en títulos. Esa entrega y dignidad que le han hecho merecedor de un respeto planetario se han acentuado en los Juegos de Río, saldados con un oro en dobles y un cuarto puesto en el cuadro individual. No se puede pedir más viniendo de un túnel muy profundo.

Banderas

A Nadal se le atrangantó la visión de una estelada durante la ceremonia de entrega de la medalla de oro que conquistó en dobles. Todas las banderas son legítimas, no solo la que él mismo exhibe hasta la exageración.

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