No estuvo presente físicamente, pero el propietario del Atlético Baleares Ingo Volckmann, representado ayer por el letrado Antonio Diéguez, salió indemne ya que supo mover sus piezas sobre el campo de batalla que era ayer la Asamblea convocada por la Junta Procampo. Y es que al final no pasó nada. Por no haber, no hubo ni votación por parte de los 142 compromisarios presentes ante la propuesta que lideraba la Junta presidida por Damià Estelrich, que una vez más no varió en momento alguno su particular hoja de ruta, con frases más que repetidas como "lo suyo es tirar el estadio y hacer uno de nuevo" o "Ingo Volckmann tiene que sentarse y hablar con nosotros. No nos someterán a ningún chantaje".

Adjetivos y expresiones de las que tomó buena nota Diéguez, y que en el turno de ruegos y preguntas tuvo opción de replicarlas, recordando que "el Baleares está dispuesto a cooperar" y que están abiertos a "conversar con la Procampo". Dichas intervenciones provocaron la división entre los accionistas del Estadio Balear, con unos que apoyaban la postura de la Procampo de hacer un campo nuevo y pasar de largo sobre la propuesta de Ingo Volckmann de reconstrucción de una parte del recinto deportivo, y otros que se postulaban justo al lado contrario.

De esta forma, las más de dos horas que duró la Asamblea no sirvieron para aclarar prácticamente nada. Ni siquiera se votó. Los asistentes comenzaron a desfilar rumbo a las puertas de salida del salón de actos de la ONCE mientras el secretario de la Junta Procampo, Toni Vidal, anunciaba que se diligenciase una próxima reunión entre Dani Fiol -asesor jurídico de la Procampo- y el propio Antonio Diéguez para encontrar día, hora y lugar para que tanto Damià Estelrich como Ingo Volckmann se vean las caras y desatasquen una situación que condena a día de hoy al club blanquiazul a jugar en son Malferit, campo de la Federación Balear, mientras el Estadio Balear se sigue desintegrando a pasos agigantados.