Marc Márquez (Repsol Honda) y el italiano Valentino Rossi (Yamaha Movistar) firmaron una tregua en su oxidada relación en un Gran Premio de Catalunya teñido de negro todo el fin de semana por el accidente mortal de Luis Salom.

La parrilla al completo del Mundial homenajeó al piloto mallorquín de Moto2, cuyo fallecimiento eclipsó la victoria de Rossi por delante de Márquez, dos pilotos que al final de la carrera se felicitaron y pacificaron la 'guerra fría' que habían protagonizado tras el Gran Premio de Malasia de 2015. De prácticamente una relación de amistad se pasó a que Márquez y Rossi ni se dirigieran la palabra. También en los gestos de cada uno se podía intuir que su relación era pésima después de que Rossi acusara a Márquez de ayudar a Lorenzo para que el mallorquín arrebatara el título al italiano. El piloto de Honda, que todavía conserva en la habitación de la casa de sus padres las motos en miniatura de Rossi que coleccionaba cuando era pequeño, se enemistó con un piloto por el que había sentido admiración, por sus títulos, por su forma de pilotar y, sobre todo, por su forma de ser, siempre de buen humor, como Márquez.

Desde aquel desencuentro en Malasia no se habían vuelto a dirigir la palabra. Y tras el apretón de manos entre los dos, liderado por Rossi, se les pudo ver hablando en el podio, durante la ceremonia de entrega de trofeos.

La muerte del Salom obligó a la organización del Mundial a recuperar el recorrido utilizado en el GP de España de Fórmula Uno, cambiando el paso por la curva 10 hacia la 11 e incorporando la 'chicane' a partir de la curva 12, donde falleció el palmesano. Pese a la modificación, Márquez y Rossi ofrecieron un gran espectáculo y fueron los dos protagonistas en la carrera de la categoría reina. El nueve veces campeón del mundo demostró que, pese a su veteranía, continúa siendo competitivo, mientras que el catalán dio muestras de su madurez consiguiendo una segunda plaza con la que recuperaba el liderato, tras la caída de Lorenzo al ser arrollado por el italiano Iannone.