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Análisis

Salom obró el milagro

Dos cámaras de Dorna TV estropearon la foto del año. La foto por la que los organizadores del Mundial hubiesen pagado millones de euros existe, pero entre cámaras poco discretos. No hubo muchos fotógrafos que la captasen porque los chavales de Dorna TV pululaban por su territorio exclusivo, el corralito, y taparon la imagen del año, el sueño de sus jefes, el mejor anuncio de este apasionante Mundial.

Deberán conformarse con ver así, entre corpulentos cámaras de TV, cómo los diez dedos de Valentino Rossi abrazan, estrujan, aprietan, los cinco apéndices de la mano derecha, la del gas, de su sucesor y futuro heredero.

Se quedaron solos en la pista, después de que Pedrosa lo hiciese bien, pero no muy bien (acabó a más de seis segundos de ambos), Maverick Viñales y su Suzuki demostrasen, una vez más, estar aún verdes para el duelo y el impetuoso Iannone lanzase su Ducati como un misil dispara y olvida contra la Yamaha de Lorenzo y acabase con su carrera.

"No solo no me ha pedido perdón sino que, encima, ha tenido la cara de decirme si le había pasado algo a mi moto. ¡Deben sancionarle con una o varias carreras o, de lo contrario, no aprenderá! Y, además, es un riesgo para todos. Salir el último en Assen no servirá de nada. Le da igual", protestó. Y así apareció en la pequeña pantalla el duelo soñado, esperado, el de los amigos que ya no lo son. O no lo eran. Rossi quería recuperar lo perdido en Mugello ante un Márquez que ha decidido correr con la calculadora en la mano y, como reconoció ayer, "comerse el orgullo con patatas" para poder recuperar el título. Cuando empezó el pulso, Márquez se desvivió, cierto, en apretar al Doctor, volar a su rebufo en final de recta y hasta jugarse el tipo en alguna curva. Pero Rossi vuelve a ser Rossi y estuvo prodigioso. "No quería una última vuelta a cara de perro con Marc, no en su casa, que es la mía, pues he ganado 10 veces y por eso me escapé al final", comentó Vale.

Se escapó porque Márquez lamió el asfalto, la caída ("la primera que salvé, utilizando mi codo izquierdo de palanca"), el susto, el cero, dos veces. "Y como no estaba fino, como las nubes que asomaban por Montserrat no llegaron a Montmeló y el calor no aflojó, decidí poner la calculadora en marcha", dijo el de Cervera. ¿Cuándo? Sencillo, cuando Santi Hernández, su jefe técnico, le enseñó en la pizarra la palabra mágica magnetti, que, en su argot, significa neumáticos destrozados ¡ojo! Y, luego, claro, cuando vio "Lorenzo KO", Marc empezó a contar. Es otro Márquez, como existe otro Rossi, o el viejo Rossi, aquel que, al final, ofreció su mano a Marc. "No volverá a ser como antes, lo sé, pero era necesario que todo volviese a la normalidad porque ese saludo nos ayudará a todos a pensar solo en las carreras", dijo el italiano.

"El motociclismo lo esperaba y, después de la muerte de Luis, no hemos dormido muy bien. Somos humanos, debemos respetarnos porque no sabemos qué nos puede ocurrir mañana", sentenció el catalán.

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