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Tenis

Djokovic, el único obstáculo

Tras derrotar a Murray, Wawrinka y Nishikori, números 2, 4 y 6 del mundo, el serbio se convierte en la prueba definitiva de la recuperación de Nadal

Nadal celebra su victoria sobre Nishikori, el noveno título que conquista en el Conde de Godó.

"He jugado dos semanas muy bonitas que hacía tiempo que buscaba", fueron las primeras palabras de Rafel Nadal tras levantar por novena vez el monumental trofeo Conde de Godó en el RCT Barcelona. Y es el mejor resumen del estado de ánimo de un tenista que, por momentos, ha recordado en Montecarlo y Barcelona al tenista que ha conquistado catorce grandes y suma la friolera de 69 títulos en su palmarés.

Lo importante, que lo es, no es haber conquistado dos títulos de la importancia de un Masters 1.000 y un ATP 500, sino la forma en que lo ha logrado y, sobre todo, contra quién lo ha logrado. En su camino hacia su noveno Montecarlo y Godó, Nadal ha dejado en el camino a Andy Murray y Stan Wawrinka, números 2 y 4 del ránking, en las semifinales y final del primer torneo, y a Nishikori, número 6, en la final del segundo.

Y lo ha hecho de una forma convincente, sin dejar lugar a la duda de que el mejor Nadal está de vuelta. Su golpe de derecha, el que le ha permitido conseguir tantas victorias, ha vuelto a parecerse al de toda la vida, el que ponía en práctica en sus primeros años de profesional y que maravilló al mundo. El campeón de catorce grandes, que tras su rápida eliminación en el Abierto de Australia ante su compañero y amigo Fernando Verdasco, cambió el cordaje de su raqueta, ha introducido pequeñas modificaciones en su forma de jugar y de moverse en la pista. Ante el tenis que viene, representado en jugadores como el jovencísimo alemán Zverev, contra el que ya se enfrentó en Indian Wells, Nadal intenta que los puntos no le duren una eternidad. A poco más de un mes de entrar en la treintena es consciente de que resulta básico ahorrar energías. Se le ha visto subir más a la red en busca de golpes definitivos y ha dado un paso adelante en el resto. Ya no juega tan encima de la línea de saque sino que busca el golpe que le dé la posibilidad de obtener el punto.

Todas estas mejoras en su juego, logradas en su superficie favorita, la tierra, pero también en pista rápida, como se pudo comprobar en Indian Wells, le han dado ese plus que le faltaba para volver a ser un tenista competitivo. Ha demostrado ya que lo es. Pero le falta la prueba del algodón, que tiene nombre y apellidos, Novak Djokovic. Nadal necesita una victoria sobre el indiscutible número uno del tenis mundial y un jugador prácticamente imbatible -su derrota en primera ronda de Montecarlo ante el checo Jiry Vasely pasará por ser sin duda una de las grandes sorpresas del año- para confirmar que su recuperación es definitiva.

Desde Roland Garros 2014

Nadal necesita una victoria sobre Djokovic, a quien no derrota desde la final de Roland Garros 2014, que ya ha llovido, en lo que fue el noveno y, hasta el momento, último título del mallorquín en la central de París. Desde entonces todo han sido derrotas en sus partidos ante el serbio, nada menos que diez. La última, en las semifinales de Indian Wells del pasado mes de marzo. Presentó batalla en el primer set (7/6), pero se vino abajo en el segundo (6/2). En cualquier caso, por primera vez desde aquella final de París vio que había dado un paso al frente. Puso en problemas a Djokovic y abandonó la pista con la sensación de que iba por buen camino.

La travesía de sus enfrentamientos ante Djokovic, que ya domina el balcánico por 25-23, ha sido larga y dura. En el camino, la derrota en los cuartos de final de Roland Garros del pasado año, la segunda que encajaba el mallorquín en su torneo fetiche tras la gesta protagonizada por el sueco Soderling en 2009.

En Madrid y en Roma, los dos próximos Masters 1.000 previos a Roland Garros, Nadal y Djokovic pueden cruzarse en el camino. Es el obstáculo que le falta al campeón de Manacor para ratificar que vuelve a aspirar a todo.

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