Rafel Nadal, quinto favorito, tras imponerse en semifinales al escocés Andy Murray, segundo cabeza de serie, con remontada incluida, por 2-6, 6-4 y 6-2, disputará hoy (14.30 horas, C+Deportes 2) la que será su décima final del Masters 1000 de Montecarlo, la que hace cien de su carrera. Su rival será el francés Gael Monfils, que se impuso a su compatriota Jo Wilfried Tsonga por 6/1, 6/3. Nadal gana 11-2 a Monfils en sus enfrentamientos.

Nadal, que ya hizo suyos ocho torneos de Montecarlo (2005, 2006, 2007, 2008, 2009, 2010, 2011, 2012), y fue finalista en la edición de 2013, vuelve casi un año después a una final de Masters 1000, pues su última aparición en la misma data del torneo de Madrid en 2015, donde precisamente fue derrotado por Murray.

El partido del mallorquín, que con la llegada de la tierra batida vuelve a encontrar viejas sensaciones, fue de menos a más. De inicio, vio enfrente a un Murray más agresivo de lo habitual, muy metido en pista, con notables porcentajes con el primer servicio, y con excelentes golpes de revés.

El buen hacer de Murray le hizo mandar sobre la pista, pese a que enfrente Nadal intentaba oponer buenos golpes desde el fondo. Eso sí, al de Manacor le costaba más hacerse con su saque. Con igualdad en el marcador, fue en el sexto juego cuando Murray rompió por vez primera el saque de Nadal, poniendo un 4-2 a su favor. No obstante, en el séptimo juego, pudo Nadal devolverle el favor a Murray, pues dispuso de sus dos primeras bolas de rotura, ambas desaprovechadas. En el octavo, el escocés cerró el set a su favor sobre servicio rival.

A partir de ahí, todo cambió. Apareció sobre la pista un Nadal mucho más metido y agresivo, lo que motivó que Murray se refugiase más sobre el fondo. El premio llegó pronto: primer juego para el mallorquín, sobre saque rival. Eso sí, en el siguiente le devolvió la moneda el británico. Pero se denotaba ya un Nadal en franca línea ascendente, y a un Murray menos demoledor. Y, sobre todo, se vio mucho más a partir del sexto juego, anotado en blanco por el isleño. Nadal, con golpes mucho más profundos y angulados, dominaba, marcaba el ritmo, y, además, veía bajar los porcentajes de saque de Murray, que cedió su servicio en el séptimo juego. Le bastó a Nadal conservar su saque en dos ocasiones (la segunda también en blanco), para hacerse con el segundo set (6-4) y forzar el definitivo tercero.

El inicio de la tercera manga fue ya un total reflejo de lo que iba a llegar: un Nadal muy superior, que movía a su gusto a un Murray que ya empezaba a notar el cansancio ante el castigo que su rival le había impuesto.