Hasta seis pelotas de partido necesitó Novak Djokovic para doblegar a un combativo Rafel Nadal. Este dato resume mejor que ninguno la semifinal disputada ayer entre el número uno indiscutible del tenis mundial y el mallorquín. Al final, 7/6(5) y 6/2 en dos horas justas de un partido de grandísimo nivel, que durante muchas fases del mismo recordó al que tantos y buenos han disputado estos dos monstruos indiscutibles de la raqueta.

Nadal deja Indian Wells con las mejores sensaciones en más de un año. El número cinco del mundo, por momentos, ha recordado al que no hace tanto fue, el que ganaba los partidos por aplastamiento, el que no daba una pelota por perdida y el que conquistaba puntos increíbles. Es verdad que ha contado con la fortuna para plantarse en semifinales -ante el joven alemán Zverev superó una pelota de partido-, pero Nadal ha competido con cualquiera que tuviera al otro lado de la pista. Incluso con Djokovic, al que estuvo a una pelota de ganarle el primer set. No se sabe qué hubiera ocurrido si en el décimo juego del primer parcial y con servicio del serbio, Nadal hubiera aprovechado esa pelota de set que hubiera supuesto el 6-4. Lo cierto es que no logró ese punto y el parcial se encaminó a una muerte súbita en la que Djokovic impuso su ley, la del número uno. Pero vendió cara su derrota Nadal, que igualó un 5-2 para rendirse ante el dominio de su rival. El balcánico acababa de conseguir su quinta muerte súbita en 48 duelos, por ocho del mallorquín.

El segundo set fue otra cosa. Pero Nadal no estaba dispuesto a regalarle el partido y quería vender cara su derrota. Pero los primeros compases del parcial fueron esclarecedores de hacia dónde iba el partido. Mientras el serbio ganaba su servicio con suma facilidad, al de Manacor le costaba un mundo. El primer juego con servicio de Nadal se alargó once minutos. El campeón de catorce grandes servía bien, pero sabía que tenía que rozar casi la perfección para conseguir rematar el juego. La tónica fue la misma en el cuarto, con Nadal sufriendo con su saque. Hasta que la cuerda se tensó en el sexto juego, con tres errores no forzados del isleño que dieron una ventaja a su rival que iba a ser definitiva. Con 4-2, Djokovic se encontró más cómodo y sin la presión de un jugador que se puede decir que ha sido, y es, su gran rival en su brillante carrera. Ganó el séptimo juego con su servicio para ponerse 5-2. Y, en el que iba a ser el último, parecía que se iba a llevar el partido en blanco al resto de Nadal. Se puso el balcánico 0-40, pero el mallorquín reaccionó como solo él sabe hacerlo para igualar a 40. Tres pelotas de partido había superado. Al final fueron dos más. A la sexta fue la vencida para Djokovic, que ganó, pero se fue con la sensación de que algo del mejor Nadal ha vuelto, esperemos que para quedarse.

Djokovic, que en la final de hoy (21 horas, C+Deportes) se encontrará al canadiense Milos Raonic, con el que nunca ha perdido en sus cinco enfrentamientos, ya gana a Nadal por 25-23. El mallorquín ha perdido en diez de sus últimos once duelos y su última victoria hay que encontrarla en la final de Roland Garros en 2014, el único grande que falta en el palmarés del número uno. Nadal abandona Indian Wells con la moral por las nubes, con Miami como próximo objetivo y con la mirada puesta en la tierra batida, la superficie en la que ha labrado su leyenda.