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Análisis: Acusaciones sin pruebas, por Ricard Cabot

No tienen mérito las graves acusaciones de Bachelot contra Nadal. Acusar a un tenista de haberse dopado -posiblemente la afrenta más grave que puede recibir un deportista- tiene que venir acompañado de pruebas contundentes a riesgo de que te pongan una querella o hacer el ridículo. Lo primero sólo Nadal sabe lo que hará; lo segundo, la exministra lo ha hecho con todas las consecuencias. Si hay un deporte en el que pasas controles antidopaje cada dos por tres es el tenis, y Nadal como el que más. Nuestro campeón sabe un rato largo de pasar esos controles, todos superados sin problemas. De lo contrario, haría tiempo que se habría sabido. Pues, pese a ello, Francia se empeña en lanzar infundadas sospechas sobre la limpieza del palmarés de Nadal, nueve veces campeón de Roland Garros. Y ahí duele. Primero, algunos medios de comunicación; después el extenista Noah y ahora la clase política. Ya está bien. O que aporten pruebas, que no lo harán, o que callen para siempre.

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