Rafel Nadal no levanta cabeza. Un segundón del tenis mundial, el uruguayo Pablo Cuevas, 45 del mundo, y que nunca había ganado al mallorquín, le apeó de las semifinales del Abierto de Río en un partido que dejó patente el paso atrás que ha dado el de Manacor en su juego, cada vez más previsible y errático. Superado por el calor de la capital brasileña, con una humedad insoportable, Nadal se rindió tras tres horas y media por 6/7(6), 7/6(3) y 6/4.

Poco queda del Nadal dominador en la pista, sobre todo en su superficie favorita, la tierra, donde su dominio era incontestable. Pocos eran los que se atrevían a cuestionarle su superioridad. Pero en las dos últimas semanas se ha visto superado por dos jugadores a los que no hace tanto habría ganado casi sin despeinarse. En Buenos Aires fue el austriaco Dominic Thiem el que le ganó, y el sábado el treintañero Cuevas quien, por supuesto, logró "la victoria más importante" de su carrera.

La derrota de Nadal se fraguó en unos números desalentadores, impropios del mejor jugador de la historia sobre tierra y de un número cinco del mundo. Cometió la friolera de 33 errores no forzados -una barbaridad tratándose de Nadal, en tierra, y en partido a tres sets-, con solo 32 golpes ganadores por los 48 de su rival. Y, sobre todo, dos roturas de trece de que dispuso.

Observado desde la grada por su tío y entrenador Toni, el juego de Nadal es un querer y no poder. Sus golpes desde el fondo de la pista ya no hacen daño, o el suficiente para tumbar a su rival de turno. En otras circunstancias, Nadal no hubiera dejado escapar la muerte súbita del segundo set, que le daba el partido. Cada punto es una agonía, obligado a lucharlo hasta la última gota de sudor.

Olvidadas las lesiones, el campeón de catorce grandes se encuentra en su peor momento anímico. Tras su meteórica eliminación en el Abierto de Australia, acudió a Buenos Aires y Río, dos torneos de tierra, para recobrar el ánimo e intentar aumentar su palmarés. Pero se ha vuelto a quedar a medio camino. No arranca, y en perspectiva tiene los dos primeros Masters 1.000 de la temporada, Indian Wells (10-20 de marzo) y Miami (23 marzo-3 abril). Nadal necesita victorias paras recobrar el ánimo. De momento, se encuentra en un laberinto del que no sabe cómo salir. Tiene tiempo y calidad para lograrlo.