"Lo pasaba muy mal cuando tenía tiempo para pensar. Por eso me iba a trabajar con un amigo a cargar y descargar un camión". Farinós, nacido en la pedanía valenciana de La Torre, exprimió sus últimos años de fútbol hasta el final de sus días. Hasta que no pudo más. En 2006, con apenas 28 años, pasó momentos complicados. Tras varias lesiones nadie le llamaba. Le dolía que muchos vieran en él un jugador sin hambre.

Subirats, director deportivo del Hércules y antiguo entrenador de Farinós en juveniles, le rescató del ostracismo. Tras su etapa en el Mallorca, le dio la oportunidad, y Farinós demostró que todavía le quedaba fútbol. Tuvo un inicio duro, donde llegó a ser pitado, pero en las siguientes temporadas se convirtió en un pilar básico en el Hércules. En la temporada 09/10 ascendió con el equipo herculino a Primera División, y llegó a disputar algún partido en Primera, pero las lesiones cada vez eran más importantes. Cada vez estaba más tiempo fuera de los terrenos de juego, que dentro. Se marchó al Levante de JIM y de ahí al Villarreal para dar sus últimos pases. Era su segunda etapa en el equipo castellonense, y fue la última como futbolista profesional.

Farinós había debutado con el Valencia en la temporada 96-97. Jorge Valdano fue el que decidió apostar por ese joven del Valencia Mestalla. Farinós, había tenido problemas con Pep Balaguer, técnico del filial, lo cual no era la mejor carta de presentación para presentarse al primer equipo. Aconsejado por Rielo, el técnico argentino vio en ese muchacho con una energía desbocada el jugador que necesitaba. Pronto demostró su carácter. En un partido contra el Athletic, Farinós quería tirar un penalti que le correspondía al fichaje estrella de aquella temporada, el argentino Burrito Ortega, un peso pesado. No lo tiró. Daba igual, él ya había dejado claro su carácter.

En el Valencia obtuvo mucho en poco tiempo. Llegó en una etapa convulsa y acabó ganando la Copa del Rey en el Estadio de la Cartuja en Sevilla y jugando la final de la Champions de París. Era un Valencia que jugaba de memoria. Mendieta, Piojo López, Gerard€ Y le llegó la oferta de Italia, le llego la llamada del Inter en el 2000. El club neroazzurro pagó 12 millones por él, en un Inter que contaba con jugadores como Ronaldo, Zanetti, Seedorf, Vieri o Toldo. Un Inter capaz de todo, pero que siempre se la terminaba pegando. A la ciudad se adaptó, pero no tanto al equipo. Tuvo como entrenadores a Lippi, Tardelli, Cúper y Zaccheroni. Los problemas de pubis, dos operaciones en poco tiempo, le lastraron desde un inicio en un campeonato complicado como el italiano. Más tarde, él mismo reconoció que el dinero y los 22 años le llevaron a tener una vida despistada en Italia.

El destino es caprichoso y Farinós volvió a Mestalla con la camiseta del Inter en 2002. Un partido rocambolesco donde el Valencia mereció ganar. Cuartos de final de la UEFA. El partido agonizaba y el Valencia de Benítez acosaba al Inter de Cúper. Los italianos, clásicos a su historia, hacían valer la renta de un gol conseguido en el minuto dos. Defendían con todo. Hasta que llegó la expulsión de Toldo. No era el mejor momento para ponerse de portero, y más si eres jugador. El cometido le correspondía a Córdoba, un peso pesado, pero la responsabilidad la asumió Farinós. El Inter acabó ganando y pasando aquella eliminatoria, con un claro protagonista.

Hoy día, tras un periodo de reciclaje en Estados Unidos, se encuentra como parte del cuerpo técnico de las selecciones sub 15 y sub 16 de la Comunidad Valenciana. Quiere empezar de abajo, aprendiendo, para quien sabe si dentro de no tanto entrenar a algunos de los equipos en los que ha estado.