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Análisis

Echar más gasolina al fuego

En mi inútil opinión, la mínima sanción impuesta a Rossi es peor que la acción del italiano. Entrar a discutir si la patada fue de mayor o menor intensidad o siquiera si fue agresión, no conduce a nada salvo para aquellos que pretenden justificar la barbarie o exculpar la irresponsabilidad de la Dirección de Carrera, vulgo Dorna.

Con la Fifa en el ojo del huracán por galopantes y múltiples acusaciones de corrupción, las mafias de las apuestas infiltradas en el mundo del tenis y las denuncias que, antre otras, se vierten sobre el mismísimo COI, que el arbitraje de un gran premio lo ejerza una empresa con ánimo de lucro dedicada a la organización de espectáculos deportivos, resta todo atisbo de ecuanimidad y justicia. Podrán mirar hacia otro lado, como han hecho, ante hechos semejantes pero el perjuicio generado es incalculable y pasará factura a partir de ahora porque los pilotos perdonan, pero no olvidarán.

Algo tendrán las pruebas de automóviles cuando hubo quien las bautizó como el "circo de la F1". Lo sucedido en Sepang remite al Mundial de motociclismo a la categoría de feria o verbena popular, con payasos y hasta malabaristas de semáforo en rojo.

La primera y grave consecuencia es la desconfianza. La inmensa mayoría de aficionados expresan su convicción de que otro que no fuera Rossi habría pagado con la descalificación. 'Il Dottore' amenaza veladamente con no acudir a Valencia, lo que hace temblar a jerifaltes y patrocinadores. Detrás de todo siempre está el negocio, es decir el dinero. Y en Cheste está asegurado. El morbo vende. La deportividad no, y el sentido común menos.

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