El árbitro Gabriel Murta sacó una pistola durante un partido de fútbol que se disputaba cerca de Belo Horizonte (Brasil). El colegiado, que dijo ser policía, fue al vestuario y volvió al campo con un arma cuando se sintió amenazado por varios jugadores y un entrenador. Un linier tuvo que intervenir para calmar al árbitro, que podría ser sancionado de por vida.