El regreso a las reuniones de tarde en Manacor, jamás tan pronto desde la inauguración de la instalación eléctrica en 1972, coincidió con una climatolgía agobiante para el poco público asistente y para los trotones en la pista, acabando muchos de ellos asfixiados. Las peores consecuencias fueron para el francés Peter de Mira, fallecido a mitad de carrera. Coincidió con la sexta carrera, que disputaba dirigido por Joan Antoni Riera. En los primeros compases de la prueba rodaba en segunda posición y se mantuvo entre los primeros hasta a poco menos de un kilómetro de recorrido. Sin embargo, en la curva anterior al toque de campana se desplazó hacia el exterior y cayó desplomado sobre la arena. En principio por sufrir un paro cardíaco.

Lo más positivo de la tarde aconteció en las ventanillas de apuestas. Especialmente tras quedar desierto el trío de la tercera y acumular para el de la cuarta un fondo de 2.839 euros.