Rafel Nadal, número uno del mundo, se repuso ayer de un primer set en contra ante el eslovaco Martin Klizan, 51 del ránking, para firmar después su pase a la segunda ronda de Wimbledon (4-6, 6-3, 6-3 y 6-3), en cerca de tres horas.

El mallorquín, que el año pasado cayó en el primer partido del torneo ante el belga Steve Darcis, se medirá ahora al checo Lukas Rosol, número 52 de la ATP, el tenista que hace dos años le envió a casa en la segunda ronda en el All England Club. A sus 28 años, Nadal alcanzó ayer la victoria número 700 en el circuito, una frontera simbólica que tan solo han cruzado otros diez tenistas en la historia. Con todo, el segundo cabeza de serie en Londres, por detrás del serbio Novak Djokovic, sufrió más de la cuenta al inicio del duelo con Klizan.

Mientras en la pista 1 del All England Club el suizo Roger Federer se deshacía sin aparente esfuerzo del italiano Paolo Lorenzi, 83 del mundo, Nadal cedía el primer set ante un rival que aprovechaba su potencia al saque y su astucia en los intercambios para amargarle la tarde al mallorquín. "Este tipo de partidos son peligrosos. Ya sabía que es imposible jugar al máximo en el primer partido. Mi meta era ganar. El siguiente partido también será duro", afirmó Nadal tras el duelo.

Nadal ha entrenado en los últimos días su servicio con especial intensidad con el objetivo de superar con garantías los dos primeros golpes de cada punto, quizás el aspecto más débil de su juego en hierba, pero aún así estuvo desafinado durante la primera hora.

El mallorquín, dos veces campeón en Wimbledon (2008 y 2010) se concentraba en imprimir fuerza a sus tiros desde el fondo, pero se sorprendía una y otra vez ante las dejadas con las que Klizan insistía en cazarle con el paso cambiado. La central estalló en murmullos cuando el primer parcial cayó del lado del eslovaco y volvieron a la mente del público de la pista central los nombres de Darcis y Rosol, dos desconocidos en el circuito hasta que derribaron a Nadal a las primeras de cambio en las dos últimas ediciones de Wimbledon.

El eslovaco casi se veía incluido en ese selecto club cuando disfrutó al inicio del segundo parcial de tres bolas de rotura, pero el tenista de Manacor recobró allí el pulso del partido.

Nadal ganó agresividad y comenzó a buscar con más insistencia el revés del eslovaco, ahora sí superado por el empuje del número uno del mundo, que cerró el segundo set con un saque directo y, lanzado, se anotó también el tercero.

El noveno título de Roland Garros, conquistado hace apenas dos semanas en París, ha infundido ánimos para afrontar con confianza el que quizás es el torneo más exigente para el físico del número uno, marcado por una lesión de rodilla que está superada, aunque no olvidada, y con molestias recurrentes en la espalda desde la final de Australia.