Si existiera una posibilidad de perder ante Australia, la selección española la hubiera descubierto y no la habría dejado escapar. La escuadra a la que solo Camacho insiste en llamar "campeona del Mundo" se despidió de Brasil con un partido clandestino. Sin ánimo de representar al grueso de los espectadores, me sentía un pervertido ante el televisor. Corrí las cortinas para que nadie adivinara la naturaleza viciosa de mi inclinación.

Perdonen que dedique tanto espacio al partido de ayer, en relación a su irrelevancia. La noticia es que los top models regresan a casa. En efecto, parecía que jugaban sobre tacones. Acicalados, abordaron el Mundial como una pasarela donde el secreto estaba en acaparar primeros planos sin despeinarse. Huecos de argumentos futbolísticos, nos han obligado a reparar en que el legionario Sergio Ramos es el único humano cuya consideración intelectual no aumenta con barba. Debería probar de saltar al campo con las gafas de Woody Allen.

En los escarceos iniciales, Australia parecía Holanda, porque España practica la igualdad de oportunidades. Si el partido hubiera durado tres horas más, incluso es posible que hubiera memorizado el nombre de algún jugador australiano para enriquecer esta crónica. (No insista en comentar el encuentro, no le interesa a nadie).

Ha llegado el momento de confesar que decidí desengancharme del Mundial después del terremoto de Chile. Trabajo de oídas, como un futbolista español. Antes de mirarme con extrañeza, ¿cuántas informaciones ha leído usted sobre Ghana al cabo del año? No veo por tanto motivo alguno para prestarle más atención a la selección del país africano que a su industria cafetera.

Me cuentan que ninguna selección deslumbra, claro que este comentario es previo al memorable España-Australia. Por lo menos, en labios de Camacho. Villa clausuró los 210 minutos que llevaba la banda de Del Bosque sin marcar un gol en juego, un dato más preocupante si cabe que las siete dianas en contra. El debut goleador español corroboraba el tremendo error de alinear con reiteración a un lesionado Diego Costa, por exigencia de los expertos. Para castigar su osadía, Villa fue sustituido y abandonó el campo investido de la lógica indignación.

Admitamos que Villa marcó cuando se encontraba más solo sobre el césped del área australiana que un tenista en Wimbledon. Al margen de la equivocación al escoger un ariete del Atlético, la asistencia de gol corrió a cargo de Juanfran. Y un poco más allá brillaba Koke. Nunca está de más examinar la clasificación de la Liga antes de confeccionar la selección. Torres, Mata, cada reserva marcaba un gol. Podría aportar el dato sustancial de que en la portería mandaba Reina pero, si le pillo a usted despistado, me replicará "¿cuál de ellas?"

No solo Del Bosque ha renunciado a Diego Costa, ¿de verdad es superior a Agüero, Falcao o Forlán? La prensa mundial también ha postergado al ariete sin gol para centrarse en Luis Suárez, que encima llora en pantalla. El eje del ataque aporta el mejor ejemplo de que los seleccionados han amortizado el respeto que habían amasado en anteriores torneos. Solo se representan a sí mismos, como los top models sobre la pasarela.

Los deportes de equipo te permiten denigrar sin especificar, pero pocas veces se habrá consumado la unanimidad peyorativa de esta escuadra plantígrada. No insulto a los jugadores para no quedarme corto. Se merecen el mismo trato que los políticos, lo peor que puede decirse de Del Bosque es que suena a Rajoy. En esta deplorable configuración triplicaron contra Chile la audiencia de la ceremonia de coronación de Felipe VI, alarmante estadística cuya explicación debe dilucidarse por fortuna en otra sección.

El fútbol se vive en tiempo presente. España ha aportado a Brasil´14 una leyenda y poco más. Solo cabe felicitar efusivamente al fenómeno que concibió la prima de 700 mil euros a cambio de la reedición del Campeonato, debe ser el mismo funcionario que efectuó los cálculos de la reforma fiscal. España pierde el mundo y vuelve a la camiseta imperio, también en el deporte rey. No reprocho a los top models la decepción de este Mundial, pero jamás les perdonaré que me devolvieran la fe en el fútbol y en un país diferente.