La suerte está echada, nunca mejor dicho porque, dadas ciertas actitudes, no deja de tener fortuna el Mallorca al conseguir aprobar su propuesta de convenio. Dentro de pocas semanas sus accionistas, sin duda valerosos, recuperarán su derecho a gestionar según sus métodos y a administrar de acuerdo con sus propias decisiones. Una buena noticia que no merece mayor comentario que aquel que suscitan las posiciones de algunos de sus principales acreedores.

Escrito está en la demanda presentada en su día por los abogados de Gregorio Manzano, que el hoy agobiado técnico de Bailén, planteó la liquidación del club. Ayer, sin duda conocedor de que el convenio saldría adelante, perdió una enorme oportunidad de mostrar agradecimiento al club que le ha dado fama y caché al negar su adhesión a la propuesta.

Y es que a veces basta con un gesto que, por cierto, tampoco tuvo el Athletic, ahora presidido por Urrutia, desconocedor interesado de la posición de ventaja que respecto al resto de clubes de la Liga de Fútbol Profesional, mantiene junto con el Real Madrid, el Barcelona y el Osasuna. No es que no deba defender lo suyo, sino sencillamente actuar con mayor elegancia y caballerosidad.

En el fiel positivo de la balanza, Mateu Alemany, parte activa a lo largo de muchos meses para negociar con bastantes de los demandantes, y Nando Pons, quien pagó con un sí la insidiosa campaña librada en su contra desde y fuera del club, vilipendiado injustamente.

Como en todos estos procesos no faltan anécdotas. Por ejemplo que uno de los administradores concursales y, como tal, copartícipe del proyecto de convenio, se opusiera al mismo en nombre de su cliente, Delta Sport. Se trata de Pedro Mir que, arte de un lado y parte del otro, tuvo que sentirse incómodo a medio camino entre Pinto y Valdemoro.

Por lo demás, el mallorquinismo ha salido de su enésima amenaza histórica de desaparición. ¡Felicidades!