Las diferencias mantenidas por el piloto mallorquín Jorge Lorenzo y su padre en torno a la muerte de Marco Simoncelli son la última muestra, por ahora, del creciente empeño de los deportistas y sus allegados por airear sus desencuentros en público, con preferencia por el escenario de las redes sociales.

El descubrimiento de Twitter ha permitido a papás y mamás pasar del discreto segundo plano del palco de espectadores al de protagonistas y generadores de noticias, informadores o portavoces no siempre autorizados de sus hijos, que empiezan a rebelarse.

"Vergüenza" fue la gruesa palabra que Jorge Lorenzo empleó en su twitter la semana pasada para describir sus sentimientos ante los "comentarios fuera de tono" de su padre, Chicho, sobre el fallecido Simoncelli. El italiano, había opinado el progenitor, ya había dado muestras "de ser un piloto peligroso" y no estaba haciendo "el trabajo mental adecuado".

Tras los reproches de su hijo y de centenares de aficionados, el propio Chicho retomó el asunto en su blog para justificarse: "En esta ocasión, como en otras, el titular, inventado, manipulado, interpretado o sacado de contexto, ha sido el detonante, junto con unas supuestas declaraciones con las que no estoy de acuerdo a pesar de ser sacadas de una entrevista que me hicieron en una radio".

El mismo término de "vergüenza" utilizó durante el pasado torneo de Wimbledon el tenista escocés Andy Murray, a quien no le hicieron gracia los comentarios de su madre, Judy, en twitter, sobre el atractivo físico del español Feliciano López. "Oooooooooh, ´Deliciano´ qué guapo estás, como siempre. Creo que voy a necesitar un valium", escribió Judy Murray, que también dijo en una entrevista: "Hace poco estuve en Roma y vi las estatuas de los dioses; creo que la de Feliciano se encontraba entre ellas".

Murray aguantó el bochorno hasta que el torneo le deparó un enfrentamiento con Feliciano en cuartos de final. Preguntado sobre la actitud de su madre, estalló: "La cosa ha ido demasiado lejos; ya es hora de que se deje de tonterías porque me dan ganas de vomitar. Todavía estoy avergonzado por decirle a Feli que mi madre piensa que está como un bombón. Tengo cierta curiosidad por ver a quién apoya (en el partido)".

El futbolista brasileño Kaká también ha sido víctima, quizás inocente, de los twitters de sus familiares en más de una ocasión. Su mujer, Carolina Celico, le puso en un apuro el año pasado al reenviar un comentario remitido por el jefe de prensa del jugador, Diogo Kotscho, contra el entonces técnico del Real Madrid, Manuel Pellegrini, que le había sustituido en un partido: "Un técnico cobarde siempre cambia a un jugador para intentar desviar el foco de su propia incompetencia". "Voy a cancelar el twitter de mi mujer porque me crea muchos problemas", dijo, aunque en tono de broma.

La madre de Kaká tampoco estuvo muy acertada el pasado mayo cuando anunció: "La próxima temporada estaremos en Londres predicando la palabra de Dios". Ante las sospechas de que la familia abandonaría España rumbo a la liga inglesa, Simone Leite tuvo que precisar que acudiría a un acto puntual de la iglesia evangélica de la que son fieles.

Özil, Silva, Gasol...

Los padres de futbolistas que se sienten poco valorados son una fuente habitual de quejas. El del madridista Özil manifestó en octubre a una publicación alemana: "Mira cómo juega el Barça. Allí diez jugadores trabajan para Messi. En el Madrid, Mesut es también el número 10, pero los demás no trabajan para él".

También terció recientemente el padre de David Silva, en esta ocasión en sintonía con su hijo, para lamentar su escaso protagonismo en la selección: "Ya no sabe qué hacer para ser titular, por muy bien que lo haga (...) Entiende que por mucho que haga no va a tener la confianza del entrenador porque cree que otros jugadores están por delante de él".

Tras un recado del seleccionador Vicente del Bosque –"su séquito a veces le perjudica"– y, sobre todo, la exhibición de Silva en el partido ante Escocia, la polémica murió por sí sola.

Hace un par de años, Pau Gasol aseguró en un comunicado que Enrique Rodríguez y Arturo Ortega, "amigos" y "representantes", gozaban de toda su "confianza personal y profesional".

Reaccionaba así a unas declaraciones de su madre, María Luisa Sáez, en las que acusaba a ambos de aprovecharse de su hijo mayor "porque en realidad no son sus representantes, sólo se ocupan de temas de imagen. No paran de pedirle dinero y cada vez más. Empezaron llevándose un 15 por ciento de sus derechos, luego subieron a un 18 y ahora quieren un 20". El pívot no pensaba así: "Gracias a ellos he crecido en muchos niveles fuera de la cancha. Son parte muy importante de mi reducido círculo de colaboradores y espero seguir contando con ellos por mucho tiempo".

A veces no hacen falta ni padres ni hijos para que twitter deje a algún deportista en evidencia, aunque sea en su vida privada. Diego Forlán y la modelo argentina Zaira Nara utilizaron el pasado marzo la red social para anunciar con entusiasmo su próxima boda. Sólo tres meses después, la novia empleó el mismo método para hacer oficial, con sorna, su ruptura con el futbolista uruguayo: "Ahora lo que les puedo decir es MENOS MAL QUE NO ME CASÉ".