Joaquín Caparrós estuvo desconocido en el banquillo del Camp Nou. Si desde que llegó a la Primera División siempre se había caracterizado por su nerviosa forma de seguir los partidos de sus equipos, ante el Barcelona apenas gesticuló y mostró un semblante mucho más calmado de lo habitual. "Es que el partido estaba ya sentenciado con los tres goles en media hora", explicó el utrerano en la sala de prensa preguntado por esta cuestión. Desde que es el máximo responsable del Mallorca ya ha exhibido sus típicos gestos en los encuentros ante el Valencia, Atlético de Madrid y Sporting de Gijón, saldados con dos empates y una derrota. El próximo choque es frente al Sevilla.