Ya conocen la escena desarrollada en un caserón de la nobleza mallorquina a la que fue convocada la prensa en señalada ocasión. En plena cena el mayordomo anunció con solemnidad:

–Señora marquesa, acaban de llegar los periodistas.

A lo que la dama, imperturbable, respondió:

–Pues que pasen a la cocina y que coman.

?Los tiempos han cambiado. El antiguo palacio fue sustituido por un hotel de cinco estrellas en el que los asistentes pudieron disfrutar de un agradable desayuno de ensaimadas y chocolate como mandan los cánones. Habían acudido no a la llamada de un noble, sino de la Federació de Penyas Mallorquinistas, que no del Mallorca, para recibir la noticia de que rompían sus relaciones con el club.

Se nos indigesta no el ´berenar´, sino la supervivencia de las peñas del club, sin el club. Debemos interpretar que eso significa acabar con la venta de abonos, utilizar los autocares para el traslado desde la Part Forana, o le celebración de cenas y aniversarios con asistencia de jugadores y empleados, puesto que nada hay que celebrar. No se entiende, por ejemplo, una asociación de usuarios de banca sin bancos, así que mucho menos una agrupación de peñas mallorquinistas sin el Mallorca.

Hay que admitir, como cualquier otra su opinión de la gestión deportiva de Serra Ferrer, su verdadero objetivo, porque creer que todo este barullo se ha originado porque un consejero les haya ofendido o no, raya la gilipollez. Si algún empleado se siente maltratado ya es mayorcito para acudir a Magistratura a defenderse y, en cualquier caso, estos señores, simples abonados como cualquier otro, cliente o no de un bar, no tienen ni voz, ni voto para solicitar algo tan peregrino como la dimisión nada menos que de un accionista. ¿Opinar?, lo que quieran. ¿Exigir? ¡menos lobos caperucita!